los escupitajos

No es una manera elegante de titular un escrito, pero hay veces que las circunstancias te invitan a hacerlo y, además, te inducen a autoconvencerte de que así está bien. De todas formas, aquí sucede ahora como en otras muchas ocasiones: que la realidad supera a la ficción.

Utilizo el plural en el título porque a pesar de que -en principio- ha habido (teóricamente) un escupitajo o su simulación, (el pecado a mi juicio sería el mismo) pienso que el Ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de España, ha recibido muchos escupitajos más, a saber: Los de todos diputados de ERC que se salieron cuando Rufián fue expulsado del hemiciclo, apoyando con ello explícita e inequívocamente a sus dos “ejemplares” compañeros: el escupidor y el insultador.

Pero a mi juicio también recibió escupitajos (y son los que más le deben doler al Sr. Borrell) en forma de una tibieza y silencio culpable, procedentes de su propio grupo parlamentario y de sus compañeros de gabinete, incluido el cateto, plagiador, embustero y perdedor de todas las elecciones que habita en La Moncloa cuando se lo permiten sus innumerables e inútiles o insultantes viajes.

Toda esta deriva tiene su origen y fundamento en una lucha legítima del poder (pero ilegítima en las formas de acceso) que es capaz de aguantar las situaciones más barriobajeras indignas de una verdadera democracia en un país como España adentrada un 18% en el siglo XXI.