Mucho título para un sujeto que denigra a un gremio digno que respeta a los muertos y a sus y deudos y revestidos de caridad hace su trabajo. Pero Pedro Sánchez lleno de odio y afán de revancha, “indecente” y miserable, trata de profanar la tumba de Franco. “Sepulturero” mayor del Reino que se aferra a los restos con un odio visceral convirtiendo la exhumación en el objetivo y la gran conquista de su mandato, recordemos por usurpación y no por las urnas. Ni el mayor enemigo, Santiago Carrillo, manifestó tanto odio.
Sánchez, nacido el 29 de febrero de 1972 año bisiesto, qué será, que con su manía persecutoria y empecinamiento parece padecer una obsesión enfermiza propia de mentes perturbadas y sin escrúpulos; amén de su afán de conseguir los votos que no consigue en buena lid. Son muchas las barreras legales en vigor que parece está dispuesto a saltarse como buen “demócrata” y socialista rancio.
El derecho que asiste a la familia; que el sepelio se realizó con la autorización del ex Jefe del Estado, el Rey emérito Juan Carlos con el acuerdo de la familia; los acuerdos con la Santa Sede renovados por el Gobierno español en 1979; la normativa en vigor relativa a las exhumaciones en lugares eclesiásticos y de culto; y según monseñor Osoro, cardenal y arzobispo de Madrid, sin el permiso de los Franco no será posible la exhumación.
¿Se atreverá Sánchez asaltar la basílica?, parece que con nocturnidad. Dos meses de mandato y uno de vacaciones sin devengarlas cuyo único y principal tema, por decreto y van un montón, es desenterrar al difunto ex Jefe del Estado. Trata que desaparezca la Historia e implantar una manipulada y falsa basada en la mentira y en la ocultación de los crímenes de la izquierda.
Nadie niega la dictadura que fue, pero qué dictadura; olvida la que fue la República de crímenes y asesinatos del PSOE y el Frente Popular al alimón, aún sin guerra, lo que la provocó. Dedíquese a estudiar historia que los cien años de “honradez” brillan por su ausencia. Revístase de la dignidad que carece y no manche un oficio tan digno y noble.
I. Moreno Juliá