moralidad

Uno que escudriña casi todo cuanto hay que leer, anómalo sería el día que se encontrase con algo nuevo que ya no se supiera. He buscado en mi lógica para meter en este título algún nombre para encajar en esta publicación, créanme que no he visto nada aparente, pero viendo la noticia he creído ocurrente incrustar esta que se ve. La moralidad vaga por terrenos pantanosos.  Las cifras que ha publicado este lunes el (INE) reflejan un cambio social: en 2007, sólo el 9,7% de los divorcios entre parejas de distinto sexo terminaba con una custodia compartida de los hijos menores de edad; en 2012, el porcentaje era del 14,6%, en 2014 crecía hasta el 21,2% y en 2014 superaba el 24%. A lo largo de 2017 un total de 102.341 parejas decidieron separarse e interrumpir su convivencia, lo que supone un uno por ciento más de rupturas que las registradas un año antes. y si hablamos de la custodia compartida de los hijos se triplica en una década donde se le otorga con un 30% de los divorcios.

Entre el bien y el mal, hemos cogido de la mano al mal, el bien es demasiado cursi. Los jóvenes van al matrimonio sin equipaje y de buenas razones, van como el que va al fútbol o a los toros, sin conocer la regla del juego. Mis amigos se han casado y yo no voy ser menos. Estamos cogiendo un camino fácil de grandes dimensiones donde la comprensión de unos y del otro, cada día que pasa vemos que los divorcios aumentan.

El prestigioso periódico The New York Times  en unas declaraciones de un terapeuta familiar hace algunas de estas preguntas a sus clientelas: “El sentido común sugiere que hacerse las preguntas correctas antes de casarse puede conducir a una mejor unión, pero es raro que se analice el otro lado de la moneda”. Aquello de contigo, pan y cebolla ha pasado de largo emigrando hacía los confines del mundo.

España es la 5ª en Europa en cuanto a divorcios. Hay muchas causas que influyen en estas separaciones, la principal es que se han perdido la prudencia, la moralidad sigue por terrenos pantanosos. No voy a decir que hay que llevar la cruz y tragar saliva con lo que le ha tocado a las parejas, pero de ahí a echar andar hacía el divorcio o la separación hay un abismo. No sé si lleva razón la profesora de sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Cristina García cuando dice que “La gente tiende a separarse menos cuando no hay recursos económicos”. Posiblemente sea también el aumento de los divorcios la crisis económica de los años pasados y la eliminación cerca de 2 millones de empleos una prueba de este factor es que conforme iba pasando la crisis, se aminoraba el número y según se iba acentuando disminuía la tendencia de los divorcios.

Hace muy muy pocos días, el papa Francisco afirmó que el divorcio se ha convertido “en una moda” cuando lo ideal para las familias es “la unidad”, durante la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro del Vaticano. “Es una moda, también en las revistas leemos que este se ha divorciado…, pero, por favor, esto es algo feo. Yo respeto todo, pero el ideal no es el divorcio, la separación, la destrucción de la familia. El ideal de la familia es la unidad”, afirmó. A este foco cristiano que hace el papa, lo veo de una claridad absoluta, pero yo le agrego que la boda es muy bonita y que si mi vecina lo ha celebrado en un hotel y se ha ido de vacaciones a playas tropicales porque yo no lo ruedo hacer—se preguntaría esta vecina—y si mi amiga su hijo ha hecho la promesa comunión con traje de capitán de fragata. ¿Porque mi hijo no puede hacerla con traje de almirante? Son los hechos los que cuentan para personas cuya moralidad deja mucho que desear. La responsabilidad, la dignidad y derechos de la persona, la convivencia en igualdad, en libertad y en justicia la hemos cambiado y tirado a terrenos pantanosos.