Con cierta sorpresa conocí del nuevo libro de la eurodiputada Beatriz Becerra titulado “Eres liberal y no lo sabes”, supuestamente publicado para aquellos que no tengan muy claro lo que significa ser liberal, o para aquellos que no tengan claro lo que significa no serlo. Para ello la autora, entrevistada en diversos medios de comunicación, ha dejado claras las premisas básicas: el libre mercado, el europeísmo, la oposición a los populismos, la libertad, la igualdad, la lucha por los derechos humanos (expresión redundante donde las haya) y una caja de Pandora llamada “valores europeos” que nadie sabe muy bien que contiene. La autora afirma que el libro es un manifiesto europeísta, a lo que habría que añadir que ese mayestático proyecto por el que apuesta fuerte tuvo sus orígenes en masones (no en liberales) como Kalergi y Retinger, cuyos sueños se han ido haciendo realidad post mortem. Veamos la parte sustancial de la introspección que pedía la eurodiputada al dar a conocer su última publicación:
– “Eres liberal si piensas que los derechos humanos son el contrato universal, la constitución global”. La Declaración de los Derechos Humanos es la heredera de Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, pilar fundamental de la Revolución Francesa, una revolución liberticida, criminal y genocida. Difícil precisar cuántos liberales andarán enamorados de la declaración de los derechos humanos y de su creadora esa institución siniestra e inoperante que es la ONU. Cabe recordar que dos años antes de la Declaración Universal, había sido fundada la UNESCO cuyo primer director general, un tal Julian Huxley, afirmó que no había absolutamente nada inmutable en ética, en otras palabras, que los derechos humanos podían ir cambiando: lo que hoy se considera un derecho humano mañana podía ser eliminado en favor de nuevos hallazgos éticos. ¿Realmente se pueden garantizar unas libertades mínimas sin unos derechos fundamentales imprescriptibles? Si algo han demostrado la ONU y la UE es una capacidad torticera para conculcar y manufacturar derechos.
– “Eres liberal si piensas que las libertades fundamentales son la esencia del liberalismo”. De ser así la Unión Europea no las ha respetado demasiado fundamentalmente cuando se trata de proteger las libertades de los ciudadanos de los países europeos, o la de los concebidos y no nacidos, o la de los hombres puestos en el ojo del huracán por las leyes liberticidas del feminismo. Esa Europa enamorada de la libertad ha cercenado las libertades de aquellos que no desean ser liberales, o de los que no lo son al estilo por el que suspira la eurodiputada. Que se lo digan a Víctor Orban, primer ministro húngaro, cuyo país se ha visto sancionado por no abrir la puerta de par en par a la inmigración masiva y descontrolada, es decir, el liberalismo europeísta ha consistido hasta la fecha en imponer de manera coactiva la política de inmigración a los países miembros, (además de) sobornarles con la perspectiva de género, y rescatarles de las emboscadas financieras del Nuevo Orden Mundial para convertirles en súbditos a la fuerza. Por no hablar de la progresiva confiscación sigilosa de la soberanía económica de los países, con la PAC, la moneda única, y otras políticas de dudosa eficacia. Una dulce soga al cuello con la que gestionar impostadas libertades.
– “Eres liberal si piensas que la libertad y la igualdad son los ejes de la Unión Europea y del liberalismo”. Jamás el liberalismo fue eje de ninguna igualdad sino una fuente de desigualdad inagotable. Ilustres intelectuales liberales como Alexis de Tocqueville (aunque velaban por la conciliación entre libertad e igualdad en democracia) se quejaban abiertamente del “igualitarismo u obsesión por la igualdad”. Así mismo, la masonería tiene por divisa “libertad, igualdad y fraternidad”, así lo dicen algunos de sus miembros egregios, así que el perfil liberal que describe la señora Becerra como mínimo cumple con dos tercios de esa divisa. Solo le falta la fraternidad, no obstante, hay que ser muy fraterno para ayudar a los demás a saber lo que son y no son. La libertad y la igualdad son dos consignas masónicas y la tercera en discordia la fraternidad también se ha ido filtrando con esa entelequia llamada mundo global sin fronteras.
– “Eres liberal si combates el nacional populismo y lo que amenaza los valores europeos”. No estaría mal saber de una vez por todas cuáles son los valores europeos si es que hay algunos, dado que el mercado no combate el nacional populismo, sus grandes jerarcas alimentan el federal populismo troceando la soberanía nacional para incrementar su insaciable sed de beneficios. La verdadera génesis del populismo nació de la engañifa libertaria proclamada por la París totalitaria y revolucionaria, a la que a día de hoy buena parte del mundo liberal atribuye enormes bondades, por eso hay liberales que dejan de ser liberales cuando reciben críticas razonables y son menos liberales aun, cuando reciben críticas liberales. De la mano de las mentes más liberticidas del modernismo, la libertad política hace mucho que sobrepasó la categoría de populismo para alcanzar la de entelequia, de cuyo pedestal en realidad nunca bajó del todo.
– “Eres liberal si piensas que Europa es nuestro destino, es decir, la mejor y la única manera de estar en el mundo”. Muchos liberales no están de acuerdo con lo que se está haciendo en Europa al menos aquellos fieles al liberalismo clásico, al igual que muchos no liberales e iliberales. En cuanto al pensamiento occidental sobre que “Europa es la mejor y única manera de estar en el mundo”, los desdichados ciudadanos a merced de Bruselas están pagando muy caro tal ataque de soberbia. Ahí están las violaciones masivas perpetradas por inmigrantes en Suecia, las zonas no go en Francia y Bélgica, o las desastrosas consecuencias de zarandear Oriente Medio para implantar el edenismo democrático.
Posiblemente Beatriz Becerra cree de buena fe en su manifiesto y eso la honra, pero a la buena fe no le asiste siempre la razón. La libertad de los pueblos (parafraseando a Chesterton) no se divisa desde la cima sino desde el valle, y no se puede tener por divisa aquello que no se divisa.