el gran capitán

Con motivo del VI centenario de la batalla de Garellano (27-12-1503), que ganó por casualidad el Capitán General de los Reales Ejércitos de Castilla y Aragón un tal Fernando González de Córdoba y Enríquez de Aguilar, el Consejo de Ministras presidido por el doctor Periquillo de los Palotes ha aprobado por unanimidad reasignar al susodicho militar el papel que le corresponde en la Historia, atendiendo a su innoble conducta durante la cruenta y antidemocrática guerra turco-veneciana, la perversa y genocida guerra de Italia y la xenófoba guerra de Granada, de acuerdo con el sentir no solo de las bases sino también de la ciudadanía e incluso del ciudadano.

Es cosa cierta y demostrada sus asesinatos de civiles en las cunetas de los caminos, el uso de facturas falsas, malgastando el dinero del pueblo trabajador, y la comisión de antropofagia después de sus batallas de Cefalona, Atella, Ostia, Ceriñola, Garellano y Antequera, en las que su famosa cocinera de Lavapiés preparaba suculentos platos de callos madrileños con las tripas de los soldados turcos-venecianos, italianos o moros caídos en cada batalla.

Llevado al Congreso de las Diputadas la citada resolución de la Ejecutiva, esta ha sido aprobada por el Partido Proletario Ingenuo Español y el Partido Juntitos Vencemos, pero con la abstención del Partido Plebeyos y el Partido Que-no-se-sepa-lo-que-somos, en virtud de lo cual el repugnante militar llamado hasta ahora el Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar se le reasignará el nombre de subteniente Gonzalo Fernández de Montilla, y se omitirá sistemáticamente su segundo apellido y además, su cadáver será exhumado de su tumba del Real Monasterio de San Jerónimo de Granada. Todo lo cual fue publicado en el BOE del 28-12-2103.