Un feriante deja en ridículo a Gabriel Rufián
Gabriel Rufián

Los manteros

El problema que existe con los manteros es muy preocupante en todas las grandes ciudades de España. Pero, siéndolo en todas, lo es mucho más si hablamos de los manteros ubicados en Barcelona, donde el problema se está convirtiendo en extremadamente grave.

El caso es que siendo el problema muy grave, el discurso que está utilizando la izquierda con respecto a ellos es completamente surrealista. Si por un lado critican a quien no paga impuestos o está dentro de la economía sumergida, pero solo si son españoles, por el otro defienden a capa y espada a los manteros, que es exactamente lo que hacen, trabajar en la economía sumergida, no pagar impuestos y hacer competencia desleal a los comerciantes y autónomos que sí los pagan.

En ese discurso surrealista y absurdo tenía que aparecer, cómo no, uno de los reyes de lo absurdo en esto de la política, que no es otro que Gabriel Rufián. Hablando del tema de los manteros, Rufián publicaba el pasado día esta soberana tontería.

Tuit de Gabriel Rufián a favor de los manteros (Twitter)

En esa situación descrita por Rufián se encuentra muchísima gente en España. Gente a la que Rufián no se ha dirigido nunca, personas que sí que pagan impuestos y que tienen que pasar por penalidades con frío y calor para intentar vender, entre otras cosas, para pagar el sueldo de Gabriel Rufián.

A rufián le contestaba un feriante de esta forma:

Respuesta a Rufián por parte de una feriante (Twitter)

Si todos fuéramos manteros, ¿quién pagaría el sueldo de Rufián?

¿Qué sucedería en España si todos fuéramos manteros? ¿Quién pagaría el sueldo de los Rufianes, Colaus y toda esa panda que se pone tan estupenda con los manteros? O qué pasa, ¿la diferencia es de quién trabaje en la economía sumergida? ¿Si eres negro y vienes de África entonces está justificado que trabajes en la economía sumergida pero si eres blanco y de Albacete, por ejemplo, no?

Estar en la cabeza de gente como Rufián debe ser muy difícil. Decir una cosa y acto seguido la contraria da pie a meter la pata infinidad de veces, Rufián es el vivo ejemplo. Parece mentira el nivel tan bajo al que ha llegado el discurso político en España con gente, como Rufián, que a duras penas son capaces de hablar sin que se les caiga la baba.

Son discursos tan sumamente ramplones y básicos que no se puede entender como quien los pronuncie puede ocupar ningún tipo de cargo, mucho menos público.