El futbol tiene sus códigos, obviarlos más pronto que tarde acarrea consecuencias. Un equipo es un ecosistema muy complejo .y alterar contra natura sus mecanismos puede resultar fatal, máxime en la alta competición, y un mundial es tierra hostil para experimentos. Muchos fueron los periodistas y analistas que, más por optimismo que por otra cosa, atenuaron el alcance que podía tener la destitución del ex seleccionador español Julen Lopetegui. No quisieron ver que aquel enfermo de súbito llamado Selección Española de Futbol olía a cadáver. Había que aferrarse a la idea de que España, con todo su potencial, aún podía salir victoriosa del mundial de Rusia. Pero, como diría Julio Cesar, la suerte estaba echada. La destitución de Lopetegui dejó a la selección en un estado de shock del que ya no saldría hasta su eliminación. Fernando Hierro tomó con optimismo el testigo del seleccionador destituido, quizá eso fue lo único que aportó a los hombres de Lopetegui; porque su principal problema es que siempre fue el grupo de Lopetegui. Tras la figura de Hierro, los jugadores siempre avistaban a su fantasma. En la mente de los muchachos, en el corazón del vestuario, Hierro solo era el hombre que venía a gestionar un gran vacío; condición necesaria, dadas las circunstancias, pero del todo insuficiente para curar una herida que iba a ser mortal.
Cabían dos posibilidades: que la selección mantuviera su inercia hasta donde le llegara y que acusase en los momentos decisivos frente a rivales de entidad la falta de un seleccionador con hechuras de entrenador y mando en plaza, o bien que el impacto de la fulminante destitución fuera de tal calibre que la selección entrara en un dédalo del que solo escaparía para caer por el precipicio. Sin duda la segunda opción era el peor de los escenarios, fue la que tuvo lugar. En suma, España en cuatro partidos solo logró una victoria ante Irán y acabo pidiendo la hora.
Para los furibundos jurisconsultos y exégetas del futbol que culpan del fracaso a Lopetegui por haber fichado por el Madrid tenemos dos precisiones que conviene no olvidar antes de soltar toda la cicuta sobre una afición española dolida: En primer lugar Lopetegui no dimitió, fue destituido fulminantemente por un sentimental que antepuso una cuestión personal al bien de la selección española. En segundo lugar, y como consecuencia, fue una decisión exenta de criterio profesional porque cualquier profesional del fútbol sabe que destituir a un entrenador dos días antes de un Mundial es una moneda al aire en el mejor de los casos, o un suicidio en el peor, es decir, si Lopetegui había conseguido la clasificación (brillantemente por cierto), había confeccionado la lista de jugadores, y había planificado el Mundial, era él quién debe afrontar el desafío. Rubiales jamás tuvo en cuenta tal consideración, como tampoco tuvo en cuenta el clamor del vestuario en favor de su entrenador, lo que tumba la difundida tesis, llena de cicuta, del traidor que deja a un grupo de jugadores abandonados a su suerte. Las declaraciones de Saúl no dan lugar a dudas: “Julen merecía estar aquí”. Lo decía alguien que no era un peso pesado en el vestuario y que sabía que no podía saltarse en la cadena de mando dentro del equipo. Los mudos jamás hablan sin permiso de sus jefes. Para colmo, poner a un novicio en los banquillos cómo Fernando Hierro (qué hizo lo que pudo y ese poder al parecer fue ínfimo) no parecía el mejor de los remiendos. Total que la selección quedó sin entrenador dos días antes del Mundial. Fue un equipo que tuvo seleccionador pero no tuvo entrenador: le faltó alguien que entendiera lo que necesitaban esos jugadores, alguien que conociera las sociedades que se generan no solamente en el vestuario sino también en el campo, alguien que hubiera estudiado bien previamente a los equipos rivales, alguien que hubiera ejecutado el trabajo planificado durante dos años atrás, alguien que hubiera sabido manejar los estados de forma y mentales de algunos jugadores, alguien que hubiera conocido y manejado el día a día de cada uno de ellos, alguien capaz de aprovechar los diversos intangibles que hay en la vida diaria de un equipo de fútbol. El técnico alemán Joachim Low afirmaba antes de empezar el mundial: “la destitución de Lopetegui genera una inestabilidad innecesaria dentro del equipo”, y añadía “ para mí es algo totalmente inesperado. Que se tome una decisión así antes del primer partido del equipo es tremendo”. No lo decía un cualquiera sino un entrenador campeón del mundo, que sabe cómo funcionan las cosas en el mundo del futbol.
La eliminación temprana de España no fue el producto de la avidez del potentado Florentino Pérez, ni de la debilidad que sintió el ex seleccionador Lopetegui al recibir la llamada del Real Madrid, probablemente ni siquiera la falta de pericia de un entrenador en ciernes, fue la venganza del destino contra quienes no respetan sus designios.
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