mamada

No crean que me haya equivocado en el pronunciamiento o esperando un motín hacía la RAE en este exordio, ni siquiera enmendar la plana a eruditos de nuestra lengua, Dios me libre de aventurarme y que seguramente generaré con este título, podría pasar; allá los presumidos en el lenguaje, ya somos mayorcitos e incluso, yo estoy empachado de tantas mamadas. Las acepciones del verbo mamar en su presente indicativo tenemos un fiel reflejo para aquellos que pudieran recriminar esta comunicación se vayan por los cerros de Úbeda. A toda esta amalgama que se pudiera tener hay una acepción a esta palabra, escogeré dos de las ocho definiciones que vienen muy bien al corto relato que me deja exponer en este escrito. “Adquirir o aprender cierta educación, hábitos o cualidades con los que se ha convivido desde la infancia”. “Hacer algo por obligación, por no tener más remedio que hacerlo”. Hay tanta mala leche —hablando de mamar— seguro habrá mentes encogidas y amargadas que podrían poner el grito en el cielo.

El caso de la primera Manada —no mamada— esa que se inculpa a cinco hombres hambrientos de placer y de cobardía, donde presuntamente fue violada, donde el duro relato de la joven que denunció la violación múltiple de esta piara, dijo: “Otro me cogió por detrás, me bajó los leggins y me penetró”. Aunque sean duras esas palabras, no hay más remedio que usarlas nuevamente. Anteriormente hemos mamado a otros presuntos transgresores en Pozoblanco. Estamos mamando los delirios insultantes de separatistas provinciales de Cataluña, las discrepancias que hay en la violencia de género también las seguimos mamando, estamos mamando el trasiego de los asesinos vascos edulcorando con trabajos sus estancias y los cambios de cárceles. etc. etc. Tragamos todo, nos emborrachan por obligación y alevosía, con ello seguimos mamando. Hemos vomitado lo que mamamos aquellos días de lactancia, esos días floreados de nuestra juventud, donde los valores y sentimientos los ingerimos de nuestros mayores.

¿Y todo esto por qué pasa? Me pregunto. Aquí todos mamamos, estamos achispados de tantos listos. Mamamos y gruñimos en todo. Estamos mamando noticias que algunas veces nos distraen y nos divierten. Mamamos y engullimos las noticias sin masticarlas. Nos regocijamos en todo, nos absorbemos las noticias vengan de donde vengan. Estas y otras manifestaciones se deben a la palabra mamada. Estamos ahítos (palabra muy usada en mi Andalucía) de comernos las palabras vengan de donde vengan. Ejemplos los tenemos de todas direcciones, consentimos y mamamos todo, como si fuésemos aún niños de leche. La hombría que debemos tener para unas cosas, las debemos tener también para otras. Yo estoy empachado de tanto mamar. No creo que haya purgante que me quite el estar ahíto —recuerdo a mi madre que decía, mi niño está ahíto de tanto mamar— de tanta mala leche como está anidando en esta España. Hay obligaciones obligadas donde tenemos que seguir mamando. A esto se le llama democracia.

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