Permítanme mis lectores que me tome la licencia de empezar hoy mi artículo con una especie de chiste que no hace otra cosa que recoger en clave de humor lo que maldita la gracia que tiene, pero que a lo largo de la Historia y muy en particular en estos últimos treinta y ocho años, que ya no es sólo historia sino vivencia de muchos, yo entre ellos, se ha convertido en triste realidad.
Dice así el “chiste” en cuestión:
– “Un señor va en coche y se percata de que está perdido, maniobra y pregunta a alguien en la calle:
– ¡Disculpe!, ¿podría usted ayudarme? He quedado a las 14:00 con un amigo, llevo media hora de retraso y no sé dónde me encuentro!
– Claro que sí -contesta el viandante- se encuentra usted en un coche, a unos 7 Km. del centro de la ciudad, entre 40 y 42 grados de latitud norte y 58 y 60 de longitud oeste.
– Es usted ingeniero, ¿verdad? -dice el del coche. – Sí señor, lo soy. ¿Cómo lo ha adivinado?
– Muy sencillo, porque todo lo que me ha dicho es técnicamente correcto, pero prácticamente inútil. Continúo perdido, llegaré tarde y no sé qué hacer con su información.
– Usted es socialista, ¿verdad? -pregunta el de la calle.
– En efecto -responde orgulloso el del coche- ¿cómo lo ha sabido?
– Porque no sabe dónde está ni qué rumbo lleva, hizo una promesa que no puede cumplir y espera que otro le resuelva el problema. De hecho, está usted exactamente en la misma situación que estaba antes de preguntarme, pero ahora, por alguna extraña razón parece que la culpa es mía…”. No concreta el chiste si el coche era propio o del partido ni si pagaría con la tarjeta de crédito con cargo al presupuesto, pero lo podríamos suponer.
Y esto es lo que, a mi juicio, define exactamente al Partido Siempre Opuesto a España como vengo denominando hace tiempo a este PSOE –y al de siempre– y que le va mucho mejor a sus siglas que lo que se llaman, hace tiempo perdido –porque como he repetido muchas veces, salvo Partido, en el sentido de roto, ni es Socialista, ni Obrero ni, mucho menos, Español–, que se volverá a cargar la estabilidad de España si es que esta vez no acaba con ella del todo, como lleva más de un siglo intentándolo. Vimos cómo las reformas y permisividades de los gobiernos de Felipe González casi institucionalizaron la corrupción, pero ahora parece que el único partido corrupto es el PP; vimos cómo el atentado del 11-M en las estaciones de cercanías dejó más que dudas en su diseño y autoría, pero se impone el “España no merece un gobierno que mienta”, se manipula lo que haya que manipular –jornada de reflexión incluida– y se hace creer que el culpable es el otro; se arruina dos veces España, económica y socialmente, la recupera –al menos económicamente– el PP, pero se aprovechan los propios errores de estrategia de éste, la izquierda los utiliza, gana la calle y consigue una insólita aunque atomizada representación en la Carrera de San Jerónimo que en menos de tres años subvierte –si no pervierte– la voluntad de los españoles en las urnas y lo que no le dan estas lo alcanza, sin programa de gobierno alguno y utilizando negociaciones “secretas” e inconfesables –que ya vamos viendo en qué consistieron– con veintidós partidos agrupados bajo nueve siglas –que van desde la extrema derecha a la extrema izquierda nacionalistas, filoterroristas incluidos– con el denominador común de su poco españolismo, para echar al partido que por tres veces seguidas les ganó las elecciones generales, en un contubernio que como también vengo repitiendo me recordó no poco a los preliminares de aquel terrible atentado de las estaciones de cercanías de Madrid, pero esta vez sin llegar al drama violento porque sabían que les bastaba con forzar una “votación” en el hemicirco, algo que era evidente que sucedería en esta legislatura aunque no estaba claro el cómo y el cuándo, que fueron la moción de censura interpuesta por un partido bajo mínimos, con escasa representación y, para más inri, un candidato sin escaño y el 1 de Junio de 2018, mitad de legislatura. Y que nadie se engañe pese a la mucha prensa argumentando en esa línea, de no haber prosperado la moción por la perseguida dimisión de Mariano Rajoy, habría venido la que PabLenin Iglesias llamaba “instrumental” porque, como en 2004, el único objetivo era que la derecha no siguiera en el Gobierno, como fuera. Y como la “suerte” va por barrios, veremos el recorrido que una y otra prensa le dan a la nueva trama de corrupción descubierta ayer en Valencia con la detención del presidente de la Diputación, el socialista Jorge Rodríguez, su jefe de gabinete, Ricardo Gallego, y unos cuantos altos cargos de un par de empresas públicas –la tapadera autonómica y municipal para dar empleo y sueldo a compañeros y familiares–. Tiempo habrá para verlo, como los ERE, el de la UGT de Asturias y muchos más del PSOE, de los que se habla poco.
Mientras tanto, el principal partido ahora de la oposición continúa en su precampaña de primarias a las que comparecerán seis candidatos después de la eliminación del séptimo, que no ha conseguido los cien avales requeridos –¿cómo será el personaje de las Nuevas Generaciones valencianas para no haber recogido esa cifra irrisoria de firmas que lo respaldasen? Ahí lo dejo, pero ya he dicho muchas veces que esa “organización juvenil” (muchos con más de treinta años) de las NN.GG., como la de las Juventudes Socialistas, sólo es, en su inmensa mayoría, una “fábrica” de políticos inanes, sin más “preparación” que en el arte de la trepa, réplica de la casa matriz en cargos y estructura–. Veremos qué ocurre el próximo 5 de Julio y cuántos son al final los que votan de esos afiliados al día de pago que parece que no llegan al 8% de la supuesta militancia popular y qué dos son los elegidos para la segunda vuelta en el Congreso previsto un par de semanas después.
Y si después de este proceso de primarias del Partido Popular, este partido se reconstruye y el contubernio del Congreso –fruto del cual este insolvente intelectual y ambicioso sin escrúpulos hasta el infinito, ejerce de presidente del gobierno– permite que se produzca un proceso electoral limpio antes de convertir España en otra Venezuela –su objetivo último–, habrá que ponerse manos a la obra para arreglar la nueva ruina económica –espero que más leve en esta ocasión por cuestión de ser más corta esta atapa gubernamental– y, ojalá de una vez, la urgente regeneración social, moral y educativa –la clave del futuro sin duda– perdidas en estos cuarenta años por la buena fe de unos, los que estando en el poder cedieron, y la acción directa de izquierda y nacionalismos, o la omisión cobarde o interesada de los otros, el supuesto centro derecha que representaba el PP, que también tuvo su parte activa en el desaguisado ¿verdad Sr. Aznar, “conde del Majestic y duque de El Escorial” y, en menor parte, Sr. Rajoy, “marqués del diálogo sin fecha de caducidad”?
Por cierto que esos periodistas de las alcachofas granates y determinados medios digitales y de papel que se dicen “liberales” –yo los llamo resentidos–, a los que su inquina contra Rajoy y Sáenz de Santamaría convirtió de manera sorprendentemente unánime en naranjas, queriéndonos hacer ver a ese partido de aluvión como el nuevo centroderecha español –curiosamente formado por una inmensa mayoría de desechos de la izquierda, más o menos moderada–, se vuelven ahora partidarios acérrimos de Pablo Casado, lo que me lleva a advertir al joven candidato a presidir el Partido Popular de esa “claque” que puede suponer una “afición” peligrosa.
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