Todos hemos visto estos días al ya famoso barco cuyo nombre es Aquarius, donde, al parecer España socorre a 629 migrantes que hasta no tenerlos documentados no se sabrá su procedencia. Las publicaciones que estamos recibiendo, tanto por parte de las autoridades pertinentes como las periodísticas nos dejan un mal sabor de boca, de ver como la humanidad y la misericordia humana se está empeorando cada día que pasa a pasos agigantados. De las naciones procedentes de estas personas que tanto hemos visto en la tele como en la prensa escrita, el dolor reflejado en sus caras llenas de terror y de humillación como seres humanos. En donde los políticos no son humanos, son bestias al socaire del silencio, silencio cuyo remedio, es el abandono total y querer empezar una nueva vida.
No recuerdo en que periódico he leído, más o menos que: estos últimos días tengo una gran contradicción: La claridad mediática de las personas a bordo del Aquarius frente a la invisibilidad de las personas que llegan a diario por nuestra frontera Sur. Los andaluces sabemos muy bien que llevamos muchos años desde el año 2005 al 2010 fueron los peores años, pero que se agravaron desde el año 2016 a 2500 migrantes anuales. Parece ser que, la publicidad de unos nos deja a oscuras comprándolos con los que entran en Ceuta e incluso en Melilla. La mayoría de las veces, aquí en esta región hay que decirlo muy alto y muy claro. Tratamos a personas, digo tratamos a todos, como si fuesen mercancías pasadas de fecha. Estos no son mediáticos, ni tienen fuerza viva para los telediarios y periódicos en general. Lo mismo que ha sido mediático, muy mediático el traslado a Valencia. Mientras tanto grandes avalanchas siguen entrando por el Estrecho, emigrantes sin cuantificar a Andalucía. Lo que al Aquarius lo estamos tomando como caso único y diferenciado, los migrantes ilegales que entran en Ceuta, en Melilla y por qué no decirlo en Andalucía se toma como normal. Aquí entran en pateras de mala muerte, a nado, en camiones con doble fondo o saltando la valla, e incluso por otros medios, donde las cuchillas ahora empiezan a molestar cuando se lleva tiempo imperando en las alambradas.
En Valencia, el desembarco de los 629 refugiados del buque Aquarius es un acontecimiento. En Ceuta, sin embargo, a nadie extrañan recepciones masivas de este tipo. De hecho, las solventan con cierta normalidad. Hasta la Ciudad Autónoma llegan todos los días inmigrantes ilegales. Un día son dos; al siguiente, quince; y al tercero, cuatrocientos y además irrumpen todos juntos. Eso sí, al contrario de lo que ocurre en Valencia, se avisa y se organizan multitudinarios despliegues. El debate sobre la eliminación de las concertinas y el aluvión de pateras de este fin de semana en el Estrecho han vuelto a poner sobre la mesa el problema de la inmigración ilegal, que no se resolverá ni quitando las ya famosas cuchillas.
Las autoridades españolas les están haciendo la cama a las autoridades europeas. Las autoridades locales de Ceuta y Melilla, estoy seguro y de buena tinta que no dan abasto para controlar estas migraciones, y si ahora que quieren prohibir las cuchillas, los bandoleros y piratas de los mares se estarán limpiando las manos, estarán empezando a buscar migrantes para llenar tanto pateras como barcos llamados Aquarius o Cerveza de Tinta de Mar. Todo cuanto está pasando solo son números, no se dan cuanta que son personas como nosotros. Me supongo que antes de quitar las cuchillas llegarán un millar de guardias civiles y policías, por contrario empezaran a llegar ahora que estamos en verano, como las aves migratorias. El efecto llamada no ha hecho nada más que empezar.
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