El Dr. Henry Brandt, en la revista Collegiate Challenge, en dos de sus apreciaciones sobre el enamoramiento dice en una de ellas, “es la perdida de concentración y la otra entra una fuerte activación fisiológica como es el nerviosismo, aceleración cardiaca ante la presencia real de la persona”. A esto le añado un temor al fracaso, el enamoramiento en sí, no vale para nada, es más, las dos partes deben estar en simbiosis. Es decir, echarse miraditas, sonrisas.
Por contrario, ese revoloteo pasa en un pis-pas, sin darse cuenta, si es de verdad, y sigue el revoloteo basta ver a la persona que tiene uno enfrente para que le flaqueen todos los órganos del cuerpo. Por lo visto esto, al parecer, le ha pasado a una viajera en un vuelo de Madrid a las Islas Canarias, concretamente a Gran Canaria. Incluso esta joven ha puesto a reventar los medios sociales con amorosos mensajes en busca de su adorado joven, que con las premuras, seguramente por tiempo o descuido de esta enamorada hasta las trancas, se le perdió entre el bullicio del aeropuerto, motivo para buscarles hasta por las redes sociales, dándoles a estas todos tipo de cobertura para buscar a este joven y despistado al máximo. Si el corazón de esta joven tuviese piernas seguramente se le habría salido de la caja torácica buscándolo por todas partes.
Es verdad que el revoloteo del enamoramiento es locura y pasión y si no que se lo digan a esta joven, que se le fue sin mediar palabra alguna o por contrario le hubiese dicho a este joven: que como las olas del mar, llegan y se van, sin querer se pierden en las arenas blancas de sus playas; es allí, donde las calientan y las envuelven, se las traga, sorbo a sorbo, así se van perdiendo en la entrañas de la tierra. Así eres tú., como las olas del mar. Tú eres para mí, el cosquilleo que siento a todas horas repiquetear en mi corazón. Eres la semilla que día a día vas sembrando en mi ese amor hacía a ti. En dónde vas derramando los pétalos de tu sonrisa, de tu fragancia. También eres el néctar donde el aguijón de mi amor dio en tu corazón un día cuando surcábamos los cielos y mi mirada descansó en tu figura elegante. Recuerdo cuando nuestras miradas se entrelazaron en el avión y mi cosquilleo cuando te miré con tu mirada que se fundió en un abrazo como si fuera verdad. Las olas del mar llegan y se van…
Seguro que todo esto lo estará pensando esta joven, al parecer lo está pasando muy mal. No sé si cuando escribo estas palabras, al menos de consuelo, habrá conocido el paradero de este hombre, sino es así. Piense que las olas del mar llegan y se van sin querer revoloteando… como en este caso por el infinito de los mares.
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