Otro de los deportes nacionales es difundir mentiras
Las recibimos con la expectación del titular, las abrimos con el ansia del contenido y las paladeamos con el deleite del morbo. Inmediatamente, las reenviamos a cuanta gente podemos a través de Guasap o de cualquier otro sistema infernal de puesta en comunicación de mucha gente. No digo ‘de demasiada gente’ porque eso es siempre redundante. Los individuos pueden resultar ejemplares, pero la gente, por definición, sobra y opera en demasía.
Usted, que no tiene conciencia de haber aventado jamás trola alguna, seguramente hallará unas cuantas si hace memoria con la honradez autocrítica. Por ejemplo: en su día, muchos difundieron una carta enviada por un enfermo de fibroplastia osificante progresiva que necesitaba ayuda. La llamada de auxilio parecía muy fiable por la fuente. Provenía, supuestamente, de la subdirectora de Enfermería del Hospital General de Ciudad Real. Aportaba como avales de credibilidad tres números de teléfono que le conferían cierta consistencia estética. Casi nadie se molestó en comprobar que la carta era más falsa que un duro de mortadela de aceitunas ni que la sanitaria en cuestión había abandonado el hospital hacía más de un año. En cuanto a los tres números telefónicos de referencia, ninguno existía en realidad.
Los cursis se refieren al rumor como fenómeno de Internet llamándolo hoax, que significa lo mismo pero mola más
En todo caso, el hoax se diferenciaría del rumor tradicional en que normalmente no se deforma, pues opera por escrito, y en que su difusión puede terminar resultando masiva. Se parece en que tiene pretensión de veracidad, en que parte de una fuente aparentemente fiable y en que trata de desprestigiar a alguien o lograr diversión.
Los bulos que más arraigan acaban convirtiéndose en leyendas urbanas. Seguro que recuerdan el de aquella estrella de la canción que supuestamente había ido a gastar una broma a una de sus seguidoras en su dormitorio. Todo el mundo contaba que el artista había hallado a la chavala practicando una parafilia con un perro (también considero parafilia hacerlo con personas muy feas… pero esa es otra historia).
La afirmación resultaba absolutamente inverosímil. De hecho, la gente aseguraba que el hecho había ocurrido en directo en televisión y en hora punta. El que nadie hubiera visto el espacio no fue óbice para que el bulo fraguara. Al día siguiente, casi todo el mundo sabía de buena tinta que el hecho era cierto gracias a una persona cercana que lo había presenciado… pero repito que nadie lo había visto directamente. Toda una información transmitida a través de cuñados, pero ningún testigo directo: “A mí me dijeron que lo vieron, lo sé de buena tinta”.
Miguel Bosé y Justin Bieber tuvieron que desmentir que padecieran sida y cáncer, respectivamente
Alguien difundió como real un montaje fotográfico de un tipo en una de las Torres Gemelas con un avión a punto de impactar en ella. Un hoax peligroso atribuye a José Luis Sampedro un artículo que tachaba de hijo de puta al presidente del Gobierno. Otro rumor afirma que el calor provoca que los envases plásticos liberen dioxinas cancerígenas y el científico Johns Hopkins lleva ocho años intentando quitárselo de encima. Un bulo que llegó para quedarse tachó de cancerígena a la sacarina. Otro asegura que la leche es tóxica y ha logrado que mucha gente se pase a la soja para, después de leer que este producto también es nocivo, volver a la leche, pero sin lactosa. Reflexionemos: podemos hacer mucho daño si difundimos cada patraña que leemos.
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