Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas. Bien es verdad que este axioma cuando se trata de tantas monsergas que solo confunden cuando se usan a mi entender con finalidad partidista y de una gran notoriedad nos deja asombrados, me refiero en este momento cuando escribo las palabras femenina y feminismo con este deseo entrometo también, machismo, con estas tres palabras podría arder nuevamente la Troya antigua. Hoy día los hombres estamos sometidos a juicio en cuanto hacemos un movimiento, sea el que sea, a este conglomerado de feminismo les pueda parecer que aún estamos en la edad de piedra.
El hombre como la mujer, por reveses de la vida, las hay de muchas condiciones e incluso de ambientes distintos. En su día el Alcalde de Alcorcón dijo: “a pesar de todo (…) en muchos casos son mujeres frustradas, amargadas como personas que viene a dar lecciones a los demás de cómo hay que vivir y que pensar”. Yo no digo que esto sea así, e incluso que se pasó varias ferias, pero nos hemos topado con el buen gusto y por qué no decirlo con mucha complacencia y deleite que quiere tener el hombre para su media naranja. No se trata de poner a la mujer debajo del hombre, esto pasó a la posteridad cuando la mujer trabajaba en casa, pero ni que decir tiene y de esto se encarga de azuzar estos colectivos que aún no se han dado cuenta, o mejor dicho por lo que se ve, se han dado cuanta como ha entrado en los círculos de colectivos de mujeres y para esto sí que han dado en la diana. Ni que decir tiene que habrá feministas que podrían encontrar lo de la media naranja como humillación dadas las exageraciones que estos colectivos dejan entrever en sus manifiestos.
Hablando de este asunto tan usado y controvertido a la vez con una amiga mía de la infancia me decía hace unos días estas palabras: Mira yo no me he casado por una sencilla razón, sabes que nosotros éramos diez hermanos, de estos cuatro hembras —¡qué hembras, madre mía!— seguro que habrá alguna feminista que estará señalándome de machismo, pues no señora mía. Soy galante y educado con esta frase y además era verdad. Pues me hablaba de su soltería, y como sabía del trabajo que hacía en la casa hacía sus hermanos y a su padre, decidió no casarse.
Los tiempos cambian y las personas van ahora con la época en que vivimos. Cuando estos movimientos y colectivos empezaron como objetivo principal en buscar la igualdad de condiciones en todos los conceptos de la vida a mujeres y hombres aquí estaba como principal objetivo la liberación del enclaustramiento y la soledad al que estaba sometida desde tiempos inmemoriales la mujer. La educación y la afinidad de las mujeres con los hombres no deben estar sometidas a examen continuamente por colectivos que muchas veces no saben a dónde quieren ir y hasta donde desean llegar. Solo quieren enfrentarnos a una lucha que, tienen conquistadas y bien ganadas.
¿Se puede ser feminista y femenina a la vez? Basta que nos lo propongamos todos, hombres y mujeres.
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