Me da igual que me digan que posiblemente esté mal dicho el enunciado. Me da igual los palabros que se le puedan prohibir o colocarle de diferente manera. Me daría igual después de haber visto en un programa de antena 3 a tertulianos enfrascados en las tertulias, mira por donde siempre son las mismas personas, el director de la Razón y otro caballero, que yo lo llamo “el cabeza cuadrada”. Estos dos se sumergen cada día cuando se ven en el programa en un abismo que uno solo piensa que, siendo uno periodista y director de un periódico y del otro no puedo definirlo, las verborreas de estos dos sujetos, al menos a mí, me dejan sin entender nada. Y, si a todo esto le añadimos los cortes que le peten a la señora presentadora apaga y vámonos.
En esta ocasión la cháchara —cháchara porque no encuentro palabra para precisar— versaba sobre la libertad de expresión, de lo cual se está hablando estos días sobre, como muy bien dice el maestro Raúl del Pozo: “la libertad de expresión es la columna vertebral de una nación” a lo que le añado, de una nación más o menos sistematizada. Cosa que, si en una nación como es España, la cultura juega un papel muy importante para comprender el derecho a esa libertad tan manida, incluso en los medios a que me refiero, estamos viendo con todo esto extravagancias que nadie entiende. Estamos confundiendo, creo yo, unos términos en la raya de lo correcto con lo desacertado. En la feria del Arco se ha visto una afluencia de insensateces enormes de comprender, lo mismo que, a mi parecer, las palabras mal sonantes y devaluadas de ciertos bufones donde agrian con palabras equivocadas y de mal gusto a cualquier persona que las oye.
Las líneas están sobreseídas por unos y retocadas según les plazca por otros. Por lo que observo hay que definir de una vez por todas donde están las demarcaciones de lo educado y lo erróneo por decir algo. De seguir así y según les plazca a los regidores de turno; estos descalabros verbales llegarán el día que los rezos serán descalificados y los exabruptos registrados como buenos. Si hay que cambiar estas ley, o mejor dicho, cambiar algunos conceptos cuanto más se lentamente lo hagamos peor será para todos. Si todo cabe en un cajón de sastre apaga y vámonos.
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