La historia no tuvo un final feliz
Esta triste historia de dos hermanas ancianas, Julia y Encarna Garijo de 94 y 84 años respectivamente, no ha tenido un final feliz pero ha servido para que la Seguridad Social cambiara una ley.
En una residencia de ancianos de Matamala de Almazán (Soria) convivían dos de las hermanas, la pequeña Encarna y la mayor Josefa. Julia, la hermana mediana vivía en Madrid en un piso, hasta que se rompió la cadera y decidió irse a vivir con sus hermanas. A los pocos meses falleció la hermana mayor Josefa, con 101 años.
En febrero del año pasado Encarna recibió una comunicación de la Junta de Castilla y León en la que se le advertía de que, de seguir viviendo junto a su hermana, perdería su pensión no contributiva de 380 euros mensuales. La legislación estimaba que en esa unidad familiar se superaba el límite de renta de 8.803 euros anuales, ya que Julia cobrababa otra pequeña pensión. Julia, la hermana mayor, tuvo que volver a vivir a Madrid.
Gracias al ex-alcalde socialista de Almazán, Ángel Martín, se conoció esta historia. El Grupo Socialista del Congreso de los Diputados presentó una proposición no de ley para que se modificara esa legislación. Modificación que la Dirección General de ordenación de la Seguridad Social hizo pocas semanas después, para evitar que se volvieran a dar casos parecidos.
Pero para estas dos hermanas no ha llegado a tiempo, Julia falleció en el mes de enero, sola y triste porque la habían separado de su hermana.
¿Quién vive con 8.803 euros al año? Los que legislan desde luego que no
Produce una tremenda tristeza enterarse de historias como esta y mucho más en un país como España, en el que el estado saquea continuamente al contribuyente. Recibir un saqueo como el que todos recibimos para enterarnos después que nuestro dinero no sirve para ayudar a personas como estas hermanas, produce una rabia inmensa.
Mucho más en un estado donde nuestros políticos derrochan nuestro dinero en financiar golpes de estado o en mantener ruinosas autonomías. Un estado que financia la llegada de gente extranjera, con ayudas en el alquiler de pisos y en pensiones varias. Que dos ancianas que, entre las dos, ganaban esa miseria tengan que ser amenazadas con perderla por vivir juntas en una residencia, produce un dolor inmenso.
En este caso el estado reaccionó, ya que cambió la ley para evitar que dos familiares directos que convivieran en una residencia de ancianos tuvieran que volver a pasar por algo así. Pero al final Julia llegó al final de sus días completamente triste por no poder vivir junto a su hermana. ¿Quién le puede compensar eso a Julia? Y a su hermana Encarna, ¿quién le puede quitar esa tristeza con la que va a vivir toda su vida?
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