La sudadera de la discordia
Grave es el problema con el que se ha encontrado H&M en Sudáfrica tras la aparición de su polémica sudadera. Tan grave como que cierra sus tiendas en ese país de manera temporal a causa de esa polémica. Según un comunicado de la empresa sueca el cierre se hace para garantizar la seguridad y evitar altercados.
Todos esos altercados han venido provocados por una sudadera, por el mensaje que figuraba en ella y por el modelo anunciante. H&M lanzó una sudadera en la que podía leerse “the coolest monkey in the junge” (“el mono más guay de la jungla”). El problema para la compañía fue, también, que esa sudadera la anunciaba un niño negro en el catálogo.
La cadena sueca ha retirado esa prenda del inventario, el catálogo y ha pedido disculpas. Disculpas que según muchos han llegado tarde y no han impedido la indignación general.
¿Es para tanto?
Está claro que en este mundo, puestos a criticar, se puede criticar cualquier cosa. Mucho más en los tiempos que corren, en los que todo el mundo se “la coge con papel de fumar”. A todo se le busca el lado malo y el peor sentido posible. Porque la pregunta es bien simple: ¿Qué habría pasado si esa sudadera hubiera sido anunciada por un niño blanco? Pues bajo mi punto de vista, nada. Ni en Sudáfrica, ni en el resto del mundo.
En caso de que el modelo hubiera sido un niño blanco esa sudadera no habría llamado la atención. No se hubiera buscado el tinte “racista” que se le busca ahora, al haber sido un niño negro el protagonista de ese catálogo. Las sendas de lo políticamente correcto y el “buenismo” imperante son muy estrechas.
Tan estrechas, que es prácticamente imposible seguirlas ante la “santa inquisición” que se mueve por el mundo mirando solo lo que hacen los demás. Los de lo “políticamente correcto” se han impuesto de tal manera, que solo los blancos seguimos siendo blancos. Para las demás razas nos hemos tenido que inventar palabras y evitar llamarlas por su color, por el de siempre.
Y lo malo es que todo lo que se salga de esa senda es objeto solo de las malas interpretaciones o de los dobles sentidos. Nunca de los buenos o del sentido de la normalidad, que es como la mayoría lo hemos hecho siempre. Y es tan exagerado todo que también hemos tenido un intento de polémica racista estas Navidades en España. Cuando desde un medio de comunicación se dijo que el hecho de que para interpretar al Rey Baltasar, una persona blanca se pintara de negro, era racista. Alucinante.
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