Diariamente se comenta, a nivel de calle, y en algún que otro medio escrito o audiovisual, los desaguisados que se forman con el tema -camelo- de los vuelos económicos, y cómo decía mi difunto padre: -Hijo mío, lo barato al final siempre sale caro. ¡Qué razón llevaba mi progenitor! Porque haciendo caso omiso a este consejo, he sido también uno de los que han picado el anzuelo con “el chollo” de los precios, que al final no lo es tanto.
Siempre, en mi espíritu viajero, me ha gustado husmear por las páginas Web que se anuncian en la Red ofreciendo, especialmente, el oro y el moro en viajes aéreos, fluviales y terrestres con reclamos como: -Vuelos a Berlín desde veinte y cinco euros. Viaje a New York con Ryanair por tan solo cien euros ida y vuelta. Así que, incautos de nosotros, hasta nos lo creemos. Entonces pinchamos con el ratoncito y, efectivamente, el periplo tiene el mismo valor que constaba en el señuelo. Sin vacilar una décima de segundo, su mente trabaja a la velocidad de la luz y se dice: -¿Por ese precio, quién no va a Berlín y pasa unos días con el hijo/a y los nietos?
Pincha usted donde dice comprar, y he ahí donde uno comienza a encontrarse con una retahíla de sorpresas, tales como: -Tasas de embarque (obligatorio), “X”, seguro de equipaje y de viaje (también obligatorio), “Y”, y así sucesivamente, hasta que lo que tenía un precio inicial de veinte y cinco euros se transforma en, para una persona, doscientos cincuenta euros.
Siendo sinceros, volar con Ryanair a Colonia, Alemania, desde Valencia, España, dos personas, ida y vuelta, por tan solo ciento ochenta y dos euros no es nada despreciable, pero la cuestión es que, en un principio, su coste era de veinte y siete euros por pasajero. Y he aquí el porqué de su precio final:
- Si usted elige un asiento en las primeras filas (de la uno a la quince), su tarifa es superior, por ejemplo, al que ha elegido la fila diez y nueve.
- Si, cosa lógica, quiere ir sentado junto a su esposa, pareja… tienes que abonar otro canon, por llamarlo de alguna manera.
- Si ha elegido no llevar equipaje de mano, sino una maleta grande, su facturación asciende a cuarenta euros, si no se pasa de los veinte kilogramos.
Hasta aquí todo “normal”, aunque dentro de lo incomprensible. Lo peliagudo del tema es que, si usted ha elegido la opción de portar un bulto de mano, pídale al que está arriba en el Cielo que no le toque la empleada que se excede en el cumplimiento de sus funciones y se empeña, incluso con amenazas, en que usted tiene que pagar cien euros, porque su equipo y el de su acompañante, a pesar de encajar dentro del medidor, hace un poco de curvatura fuera del referido medidor.
No le explique usted que con esas valijas ha hecho muchos viajes con Ryanair, que caben perfectamente en el compartimento destinado para ellas, que no le hará puñetero caso. Y lo peor del tema, para ponerle broche final a un rosario de incongruencias, es cuando al llegar a pie de escalinata, un empleado muy amable le dice: -Señor, las maletas tienen que ir en la bodega sin coste alguno. En este punto uno no sabe qué hacer, si prenderle fuego al aparato o ponerse a hacer un viaje astral para evadirse del problema.
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Jjjjaajjaa pues si..cuanta razon..nada como iberia..un abrazo y no pares de escribir..muy grandes tus relatos y entretenidos?