Pablo Iglesias 2012 (Wikipedia)

Que Pablo Iglesias cambia de discurso más que de goma de pelo no es algo nuevo. El descaro con el que lo hace sería digno de estudio en alguna facultad de políticas o de psicología, lo hace sin despeinarse y sin que se le suban los colores, tan tranquilo. La campaña electoral para las elecciones en Cataluña ya ha dado comienzo desde hace tiempo y ahora “Coleta Morada” lo vuelve a hacer, vuelve a decir lo contrario a lo dicho hace “cuatro días”

En una asamblea en San Adrián de Besos ha dicho las siguientes frases en relación al separatismo y los separatistas:

“Han contribuido a despertar el fantasma que es la mayor amenaza para la democracia: el fantasma del fascismo”

“Han fracasado por haber prometido un proyecto político que sabían era mentira. Han mentido, siendo conscientes de que lo hacían, a millones de patriotas. Decir la verdad es absolutamente revolucionario”

En primer lugar Pablo Iglesias no le dice la verdad ni a su médico y, si fuera creyente, tampoco lo haría ni siquiera con su confesor. Esa sí que es una verdad, que Iglesias es un mentiroso compulsivo. En segundo lugar con este discurso pretende desligarse de lo dicho hace nada por él mismo y por su partido. No solo han apoyado al independentismo, de hecho su apoyo ha llegado incluso en lo que al referéndum ilegal del 1 de Octubre se refiere.

Si como él mismo dice ahora ese independentismo es comparable con el fascismo, ¿por qué pide la salida de los políticos presos y, según el, fascistas, de la cárcel? ¿Por qué califica la aplicación del artículo 155 como de ilegal e intenta que sea declarado inconstitucional?

No deja de calificarse a sí mismo con estas afirmaciones absolutamente contradictorias, pero seguramente compradas con gusto por muchos de sus fieles. De las palabras “verdad” y “coherencia” no conoce ni su significado. Pero de la palabra “descaro” sí, porque es forma de vida y su forma de hacer política. Ese descaro de criticar en los demás lo que él practica sin ruborizarse. Ese descaro que es la base de su forma de ganarse la vida, y además muy bien, demasiado.

 

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