En este sin sentido que se está metiendo el separatismo catalán quedaba por aparecer una de sus “divas”, Pilar Rahola, y soltar también su sarta de sandeces, como no podía ser menos. Rahola, que acudió a un programa televisivo junto con Pilar Eyre, soltó sus lágrimas de cocodrilo porque los encarcelados, que son “sus amigos”, no podrán ver “a sus familias en estas fechas”.
Para Rahola, como para todo el separatismo, vivimos en una “democracia de mierda” puesto que los detenidos a ellos les caen bien. Es decir, para el separatismo la justicia se tiene que basar en quien les caiga bien o les caiga mal a ellos. Solo podrá ser detenido alguien que a ellos les caiga mal y con quien no están de acuerdo. Sin embargo, “sus amigos”, conocidos, o gente que para defender ideas, con las que ellos estén de acuerdo, delincan no deben ser detenidos.
Pilar Rahola, que ha sacado “tajada” de tantas profesiones a lo largo de su vida, debería ser ahora también juez, pero solo para juzgar a sus amigos. Es justificable que alguien pueda no estar de acuerdo con una decisión judicial, pero lo que es evidente, es evidente. Los personajes que están ahora en prisión, por muy amigos que sean de Rahola, han intentado dar un golpe de estado y se han saltado las leyes a la torera. Y esas leyes tan antidemocráticas, según Rahola, son la base de cualquier democracia y protegen también a personajes como Rahola, aunque no lo crea.
Estos personajes, portando todos un lazo amarillo, ya no causan ni indignación ni enfado. A mi ya me están empezando a producir una risa floja por lo absurdo de sus proclamas y sobre todo por su forma de hacerlas. Es posible que después de cualquiera de sus “actuaciones” no se vean a ellos mismos hacer el ridículo, prefiero pensar así. Si pensara que después se ven y se siguen sintiendo orgullosos de su actuación, sin tener un mínimo de vergüenza, es que lo suyo ya es un problema serio a tratar solo por la medicina mental.
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