Miguel Camuñas.- Pienso volver por aquellas huellas de fantasía infantil, sin el ansia desorbitada y melancólica de la realidad imposible e inalcanzable, sin la vehemencia del recuerdo morbosamente encasillado, sin la amargura y sin el lastre durmiente de la pereza crónica…
Pienso volver en el corazón feliz de los geranios abanderados de balcones de mi tierra y las niñas que juegan a saltos de alegría, como palomas… La loca algarabía de las pasiones que brotan como azahar y nos perfuman hasta embriagarnos, los afanes, los sueños… Todo está pasado y repasado.
Pienso volver como la primavera, como insecto sencillo, como pájaro… En el viento que es eternamente joven y nace de la nada, que levanta las cortinas y entra dentro de las casas… Y te acaricia y mece tus cabellos y te estremece. Volver es todo… Llegar a ser, hacerse. Vencer la realidad más allá de los tejados de las nubes y acariciar las copas de los árboles como un ala sublime que te trasmita al tacto toda la naturaleza… Quedarse a formar parte del entorno, de lo que hemos vivido, y lo que tanto amamos.
Volver antes de que la frente se marchite y de que me asuste el termino extrema derecha, la vida te da razones que corren por las venas: Defender la unidad de tu país, defender tu historia en el mundo, los colores de tu bandera como símbolo de unión entre todos ¿es de extrema derecha?, pues debemos saber que esto se hace en cualquier país del mundo, la gente normal de un país se siente orgullosa de su tierra, su bandera, y su forma de vida.
Siempre se vuelve al primer amor, yo tengo una edad y me da pena esta nueva generación de jóvenes a los cuales les han llenado la cabeza de basura ideológica para destruir, fragmentar y avergonzarse de la patria que les vio nacer.
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