Juanjo Puigcorbé ha sido un actor que, como todo el mundo, tiene todo el derecho a tener sus ideas políticas, las que le parezca. Eso es algo totalmente lícito en lo que yo no voy a entrar, puesto que respeto la libertad de pensamiento de todo el mundo, ya que no soy comunista.
Pero hay algo que me llama la atención en todo esto, su falta de valentía y de coherencia. El cine español es una industria que vive y ha vivido principalmente de la subvención pública, la que aportamos todos los españoles nos guste o no. Es decir, Juanjo Puigcorbé, que además ha sido un actor de bastante éxito ha vivido principalmente gracias a las subvenciones que recibían las películas en las que participaba por parte de todos. ¿Qué futuro profesional habría tenido Puigcorbé si hubiera hecho gala de su independentismo desde el primer día? ¿Por qué callaba y no vivía exclusivamente de la industria cinematográfica que se hiciera por y para Cataluña, que la ha habido? Pues para mi es evidente, porque sus ingresos no habrían sido los mismos al ser una industria dirigida a un público minoritario.
Pero ahora, cuando es evidente que su trabajo en esa industria prácticamente ha desaparecido y se inclina por la política, donde tiene su futuro actual, es cuando hace gala de su independentismo más comprometido y radical. Es decir, mientras ha necesitado del resto de España ha callado, ahora que no lo necesita hace gala de ello. Por lo tanto deduzco que Puigcorbé no es más que un cobarde interesado sin principios.
Los principios se tienen y se defienden con valentía y sin tapujos. Cuando se tienen principios inamovibles, de los cuales estés convencido, no se ocultan, a no ser que lo hagas siempre. Puigcorbé, al igual que Guardiola y otros personajes más que han vivido muy bien de toda España hasta que no la han necesitado no son más que eso, personajes sin principios y cobardes.
Ahora que se pongan el lacito amarillo o detrás de una pancarta falsa, como Puigcorbé. Sus alienados les van a aplaudir y jalear pero en el fondo no engañan ya a nadie. Ni siquiera a los suyos que, a poco cerebro que tengan, se darán también cuenta. Pero a nosotros no, a nosotros nos han engañado pero ya no, ya sabemos todos que son, han sido y serán unos cobardes sin principios. Y eso no cambia nunca.
Cuando Groucho Marx dijo aquello de “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”, pensaba en ellos, es evidente.
Aquí justificándose, pero no cuela.
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