Otra vez estás ahí esperando que el tiempo cambie, porque no se puede hacer otra cosa que esperar, como si el tiempo tuviese un servicio de recoger cansancios, como si el tiempo estuviese sometido a las predicciones –y no al revés- Siempre estás esperando que te lleguen las cosas como la lluvia, del cielo… Ya va siendo hora de que recurras a tu propia identidad, a tu propio criterio, ahora que se termina otra navidad y tus proyectos para el año que viene son tener salud o al menos quedarte cómo estás ¿Qué te queda?
No te queda otra, que enfrentarte a tu propia realidad, como te enfrentas al espejo, como cada mañana te miras los bolsillos y te das cuenta de lo que eres…–tanto tienes tanto vales- … O sea, nadie.
La conciencia no es un correo electrónico o un número de móvil al que puedas recurrir cuando estés depre, la conciencia es una condición anímica que solo algunos parece que tengamos en buen estado enfrentada a tantas otras podridas o defectuosas.
Afortunados no sé si serán unos u otros, los que pueden obrar con impunidad, o aquellos que poseen el calendario zaragozano o el del método Ogino de la dignidad y la honradez.
En el país en el que la envidia es una virtud –es el único donde se emplea positivamente el término “envidiable”- la homofobia, el racismo y la xenofobia, están en las familias, en los colegios, en las comunidades de vecinos y en las empresas, porque es más fácil machacar al débil que ayudarle; lo nuestro es la autoayuda y el “ande yo caliente”… y respetar al poderoso sin tener en cuenta de donde le venga el poder… Esperar a que el tiempo cambie, también la palabra cambio está desvirtuada y la palabra independencia y la palabra país… Incluso la palabra banco ha perdido toda vinculación con su vocablo de origen y las cajas de ahorros su lado de monte de piedad y la conciencia es como la locura para la que no hay hospitales, herida por las sombras subliminales e imprevisibles del castillo del tiempo a la que se le ha ido dulcificando el camino, colocándole nubes y soles de cuaderno infantil, musicalizadas con la banda sonora de ese nacionalismo de engañar a la gente presentando el infierno engalanado como un paraíso.
El tiempo es la única noticia fiable de los informativos, su simbología digitaliza las pocas emociones ciertas que nos quedan al pairo de los libros olvidados en tablet en book o en i pad. Quiero decir que la emoción del tiempo es la única que nos depara sorpresas insignificantes de mañanitas de niebla o tardes de paseo…Que para nada hay que tentar a la suerte –el juego es ludopatía- como en un reality del Gran Hermano permanente.
Ahí está la chica del tiempo, dibujando sonrisas por las mañanas en el rostro de los que no están olvidados, felices aunque no llueva o aunque vengan tormentas de órdago, los más necesitados, y hace en un segundo por ellos lo que los demás nunca haremos en toda la vida entera. Decirles lo que está pasando hoy, lo que va a pasar mañana y lo que pasará pasado mañana.
Y tú, que siempre has confiado en quien tenías que confiar, te quedas esperando que el tiempo cambie, a mejor.
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