Todos los asuntos relacionados con Carlos Puigdemont en los últimos tiempos podrían parecer más de un programa de Cuarto Milenio, que del que ha sido el presidente de la Generalidad en los últimos años. Lejos de reconocer su cobardía y que se ha fugado de España después de cometer un delito, todavía saca pecho.
Como si el intentar dar un golpe de estado no hubiera sido suficiente para él, todavía sigue hablando desde Bruselas como si nada hubiera pasado y todavía siguiera siendo el presidente de una comunidad autónoma. Si todo esto no hubiera sido suficiente para tener serias dudas sobre su salud mental, todavía le quiere dar al asunto otra vuelta más de tuerca.
Hay algo que sí es evidente y nítido en este sujeto, es un verdadero cobarde, de los de libro, de los que tiran la piedra, esconden la mano y salen huyendo, dejando tirados a sus propios compañeros. Y ahora ha vuelto a demostrar esa cobardía.
Como es seguro que lo primero que le pasaría al poner un solo pie en España sería su detención, ha optado por no venir a votar. No se le ha ocurrido otra cosa a este impresentable que votar a través de una niña de 18 años de cuya inmadurez no ha tenido inconveniente en aprovecharse.
Como “pago al gesto de generosidad de esta chica“, según sus propias palabras, se ha fotografiado con ella para su perfil de Instagram y la ha compartido en la cuenta que el ex-presidente tiene en esta red social.
La vergüenza, la decencia, la valentía y el respeto, son palabras que este señor no debe haber escuchado ni por equivocación, algo que no se cansa de demostrarnos. Que utilice a una persona, con 18 años recién cumplidos, para que sea su cómplice en una irregularidad tan grande y que la utilice para protegerse él mismo de la justicia española, dice bien a las claras la clase de personaje que es.
Carlitos, no haces más que cubrirte de gloria, campeón.
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