José Medina.– Las Aves de rapiña vuelan sobre las llanuras para capturar a sus presas. Y dependiendo de su ojo avizor tenemos a las águilas, estas cuando le echan la vista a sus capturas, sus huidas son difíciles de escapar, caen presas de sus garras y sin soltarlas las engullen despacio, muy despacio. En nuestra existencia de los humanos, también tenemos a las águilas roedoras que como si fuesen ratas van mordiscando a todo cuanto se les ponen por delante.
Poco a poco hemos visto estos últimos días después de los atropellos de unos y las “buenas intenciones” de los otros, poco apoco están cercenando la democracia que con tanto ardor la hemos alimentado durante 40 años. Cuarenta años de paz y concordia entre todos los españoles. A estas alturas y después de haber visto tantas anormalidades, no me fui de nada ni de nadie. Si juzgo los acontecimientos vividos, al menos, este último año, donde las marañas de todo tipo se han ido enroscando en esa libertad que todos tuvimos durante esos 40 años.
Ahora que el oscuro Puigdemont, con lo cómodo, entretenido y burlesco rastreador huido a Bélgica no me cabe duda que aquí hay gato encerrado. Si esto es así, podrían haber dejado salir de España a todos los secuaces del adicto exjefe de las provincias catalanas. La frase hecha de todo está atado y bien atado viene aquí—en mi moderada calificación—como anillo al dedo. No hay nada más ruin y rastrero que una media mentira. No hay nada más indigno que un enemigo a medias.