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@alberto_ojeda89 .- Volvía yo de Salamanca un caluroso viernes 27 de octubre, después de un viaje rápido para recoger unos papeles y visitar a una conocida que llevaba tiempo sin ver, cuando por la radio escuchaba la sesión en el Senado sobre la aplicación del artículo 155 de la Constitución, y en el Parlamento de Cataluña se preparaban para proclamar la República Catalana. No salía de mi asombro, ¿cómo hemos podido llegar hasta aquí? ¿cómo podemos los españoles soportar tal nivel de esperpento por la dejadez de nuestros gobernantes?, pues bien, me quedaba el último premio.

Nuestro Presidente del Gobierno anunciaba por la noche ese mismo día del cesamiento del Gobierno de Cataluña y el Parlamento autonómico y ¡CONVOCABA UNAS ELECCIONES PARA EL 21 DE DICIEMBRE!. No podía salir de mi asombro, encima muchos periodistas aplaudían la intervención del presidente, definitivamente es una “liebre”. Pues bien, voy a tratar de dilucidar tres razones de peso suficiente para mostrar que la convocatoria de elecciones tan anticipadas es un error manifiesto.

En primer lugar, una celebración de elecciones tan temprana no da lugar a la desmantelación de las redes clientelares que con tanto tiempo y esmero han tejido los independentistas dentro del territorio catalán. Por lo tanto, independientemente del resultado electoral, las redes seguirán ahí y con ellas la lobotomizacion en las televisiones y radios públicas, además del funesto adoctrinamiento dentro de las escuelas. España tiene una riqueza histórica sin parangón, tierra de conquistadores, de soñadores y gente orgullosa a pesar de nuestros innumerables defectos, esa idea ha de defenderse desde las escuelas e instituciones públicas. Volver a la normalidad señor presidente, no es solo el restablecimiento de la ley, sino también restablecer el sentimiento español y la convivencia de todos los ciudadanos, que con unas elecciones precipitadas no puede hacerse.

En segundo lugar la huida de Puigdemont a Bélgica ha dejado al Gobierno trastocado, dando una imagen de debilidad y si a eso le acompañamos la detención de los ex-miembros del Gobierno catalán podemos discernir que el movimiento independentista se movilizará más y vuelva a tener una mayoría absoluta en escaños y quizás en votos, por lo tanto la legitimidad moral del estado español estará en entredicho por parte de los catalanes, de los españoles y de los europeos.

En último lugar y en un casual de que los independentistas no consigan la mayoría absoluta, el gobierno de Cataluña se verá en manos del PSC o de Podemos, lo cual supone un coctel explosivo. En caso de que la llave de gobierno sea el PSC se exigirá una reforma del Estatut dando más derecho de “pernada” a los nacionalistas y dando una patada hacia “delante” al problema. Si Podemos gobierna junto a los nacionalistas daría la posibilidad de aprobar un referéndum pactado.

Así que cuando afirma ufana Arrimadas que se necesita otra “interlocutora, presidenta” en la Generalidad, no hace sino tomarnos el pelo a los españoles pues ya el PSC se ha desmarcado de esa posibilidad de acuerdo de investidura. Para concluir y en la humilde opinión de un junta-letras como yo, hay tres opciones después de las elecciones catalanas. La confirmación del independentismo mediante una mayoría absoluta en la urnas, un referéndum pactado con los podemitas y una opción que yo considero inclusive mas dañina, una reforma constitucional donde encaje un federalismo “asimétrico, irregular, geométrico y direccional” o el resto de estupideces que quiera añadir el PSOE. Porque como decía Michel de Montaigne “Si no acaba con la guerra, no es una victoria”.