Monti -Los medios centran en estos momentos su atención en la huida y captura de Puigdemont junto a sus cuatro exconsejeros, y en el encarcelamiento del gobierno golpista de la Generalidad. Vamos a tener una amplia cobertura mediática sobre los pormenores de la acción de la justicia respecto al golpe de Estado perpetrado contra España. De ello no cabe la menor duda. Si los políticos y predicadores mediáticos no entorpecen la acción de la justicia esta seguirá su curso para el bien de todos.

Pero existe un tema mucho más preocupante para España, centrado en Cataluña  como parte de España. Nadie lo menciona, ¿por miedo?  Nos referimos al tratamiento que se le dará al procés después de las elecciones, sea quien sea el vencedor. Resulta evidente que el procés no ha sido ni mucho menos desmantelado.

1. Las estructuras altamente especializadas de agitación, propaganda supremacista o fascista, llámesele como se quiera, y acoso a quienes no siguen sus dogmas nacionalistas no se desmantelan en cuarenta y cinco días. Si, tras las elecciones, el poder vuelve a caer en manos del nacionalismo sus actividades se recrudecerán con más vigor.

2. El 155 no deja de ser un parche para parar momentáneamente la hemorragia económica y social en Cataluña, porque ambas siguen ahí. El 155 no constituye ningún bálsamo de Fierabrás, y ya veremos cómo nos recuperamos de la fuga de empresas y logramos armonizar una tregua en los sentimientos que han fracturado a familiares, vecinos y amigos o compañeros de trabajo. El nacionalista prefiere renunciar a la verdad a hacerlo a sus ilusiones. Al ser imposibl razonar con un nacionalista costará muchas generaciones extirpar el cáncer.

3. Pende una verdadera espada da Damocles no solo sobre Cataluña, sino sobre el resto de España. Si no se desmantelan completamente todos los aparatos de propaganda nacionalista como educación y medios de comunicación, junto a las obscenas fuentes de ingresos obtenidas directamente de un Estado español cuya traición lleva largo tiempo efectuándose, solo les faltará añadir al lote un par de generaciones nuevas convenientemente adoctrinadas para que la ruptura de España sea inevitable. Solo hay que dejar votar a unas cuantas juventudes más, y que siguiendo la ley de la naturaleza desparezcan un par de generaciones por arriba, los mayores.

4. La ley d’Hont debe desparecer para que un voto equivalga a un hombre, o las poblaciones rurales impondrán siempre su dictadura sobre las ciudades, que quedarán siempre arrasadas ante el capricho del nacionalismo.

5. La única reforma que debe realizarse en la Constitución es la del diputado de distrito uninominal (uno por distrito) con carácter imperativo (por parte del pueblo) y revocable en caso de deslealtad al pueblo; y la de especificar claramente las normas que deben regir en el enfrentamiento y separación de poderes.