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Los que conozcan mis textos y mis comentarios en los medios de comunicación, sabrán que no es frecuente que use calificativos para las personas, y si en cambio los use para comportamientos y declaraciones. Me enseñaron, desde bien pequeñito, a criticar, para bien o para mal, lo que uno hace o dice, pero sin calificar al que lo hace. Tengo que añadir que cumplir esta exigencia auto impuesta, no me es fácil, porque poner a caer de un burro ciertos personajes sale solo pero, si me doy cuenta, rectifico y no lo escribo ni digo. Si alguna vez se me escapa, pido disculpas, pues no es ni mi voluntad ni mi estilo.

Las ultimas declaraciones de Puigdemont son más calificables de delirantes que de otra cosa, son delirios. Con eso no quiero llamarle loco a él, pero si locuras a lo que dice. Puede decir locuras un loco, pero tambien un cuerdo… y puede decir cosas más que sensatas un loco de atar.

Que detrás de los atentados de Catalunya de este verano esté el CNI, no parece muy cuerdo. Que Rajoy sea el autor intelectual y material de la fuga de empresas de Catalunya, no parece muy lúcido. Que la UE sean un conjunto de países decadentes, puede ser fruto tanto de la enajenación como de un análisis bien sesudo, pero si lo dice quien lleva años alabando a la Unión e implorando por, a pesar de los pesares, seguir en ella, como mínimo es totalmente incoherente.

No entiendo nada. Yo no sé el estado personal íntimo del señor Puigdemont pero, ante tanta excentricidad, ¿cómo puede seguirle tanta gente la corriente? ¿Alguien me lo explica?

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