Egoísmo y sinrazón
es el barco en que navegan;
no aspiran a ser decentes,
solo les gusta la guerra.
Llevan más de treinta años,
cerrando a España su puerta,
arrollando propiedades
y cometiendo vilezas.
Estos desafueros crecen,
como hace la mala hierba,
y más desde el siglo veinte
cuando se les dan prebendas.
La hipocresía y la mentira,
pilares en que se asientan,
han robustecido el muro
blasón de su desvergüenza.
Pujoles y puigdemones,
romevas y chusmas huecas,
junto a mases desnortados
traperitos y junqueras.
Los jorgitos más bribones,
que en Cataluña nacieran,
se aliaron con basuras
y con forcadelas necias.
Lo peor de cada casa,
en sinfonía siniestra,
no han parado hasta lograr
no expresarse en nuestra lengua.
La auténtica, la española,
nuestro nexo, nuestra seña,
la más musical de todas
y que hablaban sus abuelas.
A ellos les va otra historia,
la que hacen en las escuelas,
destrozando a las criaturas
comiéndoles la sesera.
Pero hay más todavía:
lo que parecía quimera,
fue odio planificado
desde los años ochenta.

La cuestión estaba clara,
reivindicar lo que fuera,
y mientras más recibían
más forzaban sus protestas.
Se fue cediendo en ayudas,
que llenaban sus carteras,
y ellos erre que erre
poniéndonos mala jeta.
Tienen los ferrocarriles,
igual que las carreteras,
en mejores condiciones
que otra autonomía cualquiera.
Y gastan más que ninguna,
en urnas y papeletas,
que envían a los colegios
debidamente repletas.
También para inaugurar,
embajaditas de pega,
para que algunos bribones
piensen que esto es Venezuela.
No respetan nuestras leyes,
ni colocan la bandera,
de obligado cumplimiento
ahora solo quieren guerra.
¿Una guerra contra España,
quieren estas comadrejas?
¡Pues, una guerra tendrán,
con la Ley por bandera!
España ha aguantado mucho,
se ha excedido en la paciencia,
y en dar oportunidades
a estos desleales bestias.
Es la hora de la Ley,
y si la Ley no les peta,
tendrán que pasar un tiempo
alojados en la trena.
Allí podrán meditar,
si les mereció la pena,
trabajar de delincuentes
por un plato de lentejas.

GABRIEL MUÑOZ CASCOS