Inés Arrimadas durante su discurso en el Parlament.
Redacción.- Parece que Puigdemont, en su egocentrismo y narcisismo enfermizo, no admite más que los aplausos y las palamaditas en la espalda ante todo lo que diga, sea la sandez que sea. No está demasiado acostumbrado el más que mediocre Presidente de la Generalidad a aguantar las críticas de nadie y lo mismo le pasó ayer ante Inés Arrimadas que le dio al presidente donde más le dolía y le dejó en evidencia.
Tan fue así que una cámara captó los aspavientos rabiosos de Puigdemont en el momento en que Arrimadas le recriminaba que hubiera provocado la división del pueblo catalán y, aún así, tuviera el descaro de hablar de pueblo unido.
Arrimadas, que fue especialmente dura y tajante como requería la ocasión, también le espetó “los enfrentamientos que estaba provocando y la persecución a la que estaba sometiendo a los cargos públicos que no estaban de acuerdo con el separatismo”. Le recordó también Arrimadas que “su familia vive en Andalucía y que no estaba dispuesta a que tuvieran que usar su pasaporte cuando fueran a verla”.
Fue una gran intervención la de Arrimadas con la dureza que requería el momento y diciendo al presidente las “verdades del barquero”, que este se niega a reconocer a nadie más que a los suyos. Le duele que le canten las verdades a Puigdemont, le duele y le enoja más de la cuenta, es su problema. Quien siembra vientos recoge tempestades.