días 6 y 7 de septiembre cuando el Parlamento catalán fulminó el Estatuto de autonomía y durante el referéndum del 1 de octubre y la posterior pseudo declaración de independencia.
Durante el mismo tiempo, la mayoría de los catalanes no independentistas se ha mantenido pasiva, apática, incapaz de activar el interruptor capaz de plantar cara a quienes, en nombre de un inexistente derecho a decidir, pretenden destruir Cataluña y, por lo tanto, España.
Afortunadamente, cuando parecía que nada podía arrancar a los otros catalanes de la zona de confort, el discurso del rey Felipe VI obró el milagro. Cientos de banderas de balcones, terrazas y ventanas dieron el pistoletazo de salida a la manifestación más multitudinaria que se ha celebrado nunca en Barcelona en defensa de Cataluña y de España.
ciudadanos ante la ley.
La puesta en marcha del tan denostado artículo 155 es la última inyección para recuperar el discurso verosímil; para recuperar el sentido común de quienes con tanta alegría lo han abandonado en las últimas décadas; para recuperar la imprescindible tolerancia que sume esfuerzos en favor de una convivencia que jamás se debió violentar.