José Medina Pedregosa.- Todos los años cuando termina el verano y el periodo de vacaciones, me sorprende una enormidad, cuando ‘expertos, comentan en todos los medios televisivos, lecciones muy determinantes sobre la ansiedad, apatía y los cambios que suelen experimentar las personas después del periodo vacacional. Un enorme vacío, dejando leyendas que unas veces son absurdas y sin razón clínica y otras exageradas y fuera de un argumento real.
No tengo claro que cada cual que retorna de sus vacaciones digerirá estos—llamémosle pena de volver al trabajo—achaques y añoranzas de los días vividos en sus merecidas vacaciones. El presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad, dice: “apenas hay demanda de atención psicológica o médica y la investigación sobre este tema brilla por su ausencia”—refiriéndose a lo que se considera síndrome posvacacional—El Checo Sigmund Scholomo Freud, el padre del psicoanálisis posee muchas de sus hipótesis sobre este campo dando pruebas chocadas y rechazadas por autores sobre la psique humana, por ello cuando se habla de estos términos “neurológicos”, nos sustraen dudas sobre la falta de apatía y agotamiento desmesurado para volver al trabajo después, como he dicho antes, de unas ganadas vacaciones.
El volver al trabajo después de este periodo de desocupación en la actividad laboral lo tomamos como si volver a la vida diaria de trabajo fuese un suicidio, cuando esta vuelta nos dará bienestar para uno mismo y su familia. Mis 50 años de vida trabajadora, cuando he vuelto de esas vacaciones, he vuelto con alegría, deseando ver a mis clientes, amigos y demás familiares. Mi ansiedad, se trasformaba en una tranquilidad para volver al trabajo, la apatía tan cacareada se retornaba en responsabilidad. Lo veía como cosa natural, no como ahora, que se dice que hay que cargar las pilas para volver al trabajo. Solamente veo en estos calificativos—pudieran tener los parados—los que sufrirían este catálogo de necesidad y penuria para encontrar un trabajo, ese sí que tendría ansiedad y apatía, preocupación por los suyos. Ese sí que sufriría ese estrés por tener un trabajo.
Bien es verdad que se está hablando mucho sobre el estrés y sus primas hermanas, la depresión y la ansiedad. Hay autores sobre estas tres y algunas más sintomatologías que las diferencian, o mejor dicho “pueden manifestarse por separado o en conjunto”. Sin embargo aún queda mucho por dar y conocer sobre estos términos médicos. Un amigo, psiquiatra-psicólogo me dijo en cierta ocasión que, no todos estos términos, como se dice, lo tienen los llamados estrés postvacacional ya que cada persona tiene estos síndromes—por otros motivos—que no suelen ser la vuelta al trabajo. Incluso estos términos del estrés y la ansiedad tienen múltiples conceptos en otras sintomatologías distintas a las que nos ocupa el estrés postvacacional. “Trabajar duro por algo que no nos interesa se llama estrés. Trabajar duro por algo que amamos se llama pasión. (Anónimo)