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G.M.C.– Al dictadorcillo de Cataluña (que lame con fruición las posaderas del dictador mayor, Junmanchú), le ha fallado el misil que con tanto cuidado (y tanto dinero de España) había preparado para asombrar al mundo mundial, en la Diada del día 11. Diada que antiguamente era una fiesta y se ha transformado en un acto independentista ilegal, antisocial y revolucionario. Por este fallo garrafal del día 11, este dictadorcillo, debería ir esta misma mañana a la peluquería para que le quiten de la cabeza esa sucia, tupida y estúpida fregona, que le impide hilar más de un pensamiento. Y, después, marcharse a su casa, dimitir como político y reciclarse como persona durante los próximos dos o tres años, a ver si supera su locura transitoria. 
¿Por qué toda esta terapia? Está clarísimo, Kim Jong-Puigdelmonte ha fracasado estrepitosamente con la Diada. Primero: Al más tonto de los catalanes no se le hubiera ocurrido llevar como emblema al terrorista Otegui, cuyo currículo no reproduzco aquí porque me duelen los asesinados por este monstruo. Segundo: porque, como es poco inteligente y obedece más que manda, se une a las mentiras de toda la vida para “inventar” el número de asistentes a la payasada de ayer. Con los medios que hoy dispone la tecnología, se sabe el número casi exacto de los asistentes. Los cálculos más solventes señalan unos 350.000 en lugar del millón que dicen los organizadores. Teniendo en cuenta que la población catalana asciende a unos siete millones y medio de habitantes, se desprende que ha asistido menos de un 5%. Un fracaso absoluto, porque hay más del 95% que no ha querido saber nada de estos dictadores de pacotilla. Ya sabemos su fuerza real. Así que, Sres. del Gobierno, como he dicho en varias ocasiones, hay varios artículos de nuestra Constitución esperando ser útiles. Por ejemplo: el 8 y el 155. ¿Hay algo más práctico que aplicar la Ley? No, porque dura lex sed lex.
GABRIEL MUÑOZ CASCOS
CÓRDOBA