G.M.C.- Como prometí, hoy 27 de agosto de 2017, domingo, voy a ocuparme de Cataluña. Y lo haré tras muchas horas deradio y televisión por los atentados terroristas. Y voy a “mojarme” explicando cómo he visto esa españolísima región (que no nación) española.

    

Cataluña, con menos de ocho millones de habitantes, representa el 16% de la población de España por lo que la mayoría del 84% somos todos los demás. A Cataluña la veo atenazadapor una minoría desnortada, insolidaria y cobarde, que no reconoce lo que ha recibido del resto de España a lo largo de su historia. No sé cuáles fueron los motivos (aunque lo sospecho), pero durante décadas ha sucedido así.

Ya Franco, no se sabe por qué, les concedió grandes prebendas; prebendas que han continuado con Suarez, González, Aznar, Zapatero (éste totalmente delictuosas) y Rajoy. Y fijaos cómo han pagado. En la Cataluña oficial se ha abolido el idioma español, al que se persigue con saña. Ninguna institución usa el obligado castellano en rótulos, vehículos oficiales, impresos, etc. Son tan incultos y cerrados de mollera que piensan que su lengua provinciana (que hablan y entienden muy pocos y chapurrean menos de la mitad de los habitantes de Cataluña) es más importante que la bellísima lengua de Cervantes (segundo idioma después del chino mandarín y por delante del inglés) que hablamos más de quinientos millones de personas en todo el mundo.

Esa minoría se cree que ya son independientes, excepto para pedirnos cada vez más dinero. Piensan que “lo suyo”“ya es un hecho”. Tan es así que, vulnerando la norma, ni colocan la bandera ni se oye el himno en las ocasiones y lugares obligados a hacerlo. Sin embargo, cuándo hay una riada, o catástrofe similar, piden socorro a la Policía Nacional y a la Guardia Civil para que les saquen las “castañas del fuego”porque saben que lo hacen mejor que ellos.