Gabriel Muñoz Cascos.- Permitidme que hoy, mis queridos amigos, me exprese con exquisitez, para complacer a una de las personas que más quiero en este mundo y que, de vez en cuando, me reprende por mis expresiones algo “fuertes” al referirme a los “menos buenos”. He de aclarar que, como a mí me gustan los refranes, siempre tengo presente uno de ellos, que dice: “A tal señor, tal honor” y por extensión aplico uno de mi cosecha que dice: “A tal delito, tal pena”. Os prometo que, tras este ensayo, volveré a mi estilo, aunque, tal vez, suavice mi lenguaje. Vamos al lío: Escribo, una vez más, sobre los acontecimientos sucedidos en Barcelona y en Cambrils. Parece evidente que, hubo fallos “de cierta importancia”. Que la policía catalana ha tenido un “mal ojo” para ver la realidad. Se equivocaron en no pedir ayuda a nadie. No se han dado cuenta que no son autosuficientes, ¡pobres! Lo mismo hay que decir de todas las autoridades autonómicas. Poco delicada la pancarta “Muerte al Borbón”. Concluyo, en letra cursiva, ironizando un poco: ¡¡Qué exquisitez en la organización de la manifestación por la paz!! ¡¡Qué comprensivos con Su Majestad el Rey Felipe VI y con el presidente de Gobierno de España, Señor Rajoy!! Un detalle buenísimo fue el no ponerlos en la cabecera principal. Con toda seguridad quisieron protegerles de cualquier problema inesperado. El cariño y el respeto fueron la constante de toda jornada. Al parecer hubo algunos “despistados” que se creían que iban a la Diada y por eso ondearon banderas “poco ajustadas a la Ley”. Nadie sabe cómo pudieron surgir estas enseñas con estrellas, ni los carteles que “recomendaban” tener cuidado con las armas; ni quiénes protagonizaron ciertas frases algo desafortunadas para ironizar sobre España, el Jefe del Estado y el Presidente del Gobierno. Muy en su papel la alcaldesa Colau, aunque, como siempre, mal vestida y no muy sincera. Excelente la actitud del enfervorecido público con la Policía Nacional y la Guardia Civil; no les vitorearon, para no molestarlos, ¡qué detalle! Por último, quiero resaltar lo “oportuno” que fue, el que no se hiciese ninguna oración. Podrían haber herido la sensibilidad de “otras confesiones”. ¡¡¡Inolvidable!!! Al menos, para mí. Queda claro que así no voy a escribir más. Me gusta más mi estilo directo, basado en la verdad y en la crítica mordaz. Lo necesito.
GABRIEL MUÑOZ CASCOS

CÓRDOBA