@jsobrevive.- Hay dos momentos estelares que definen a la perfección lo que es y ha sido siempre el PSOE y esos dos momentos se han producido recientemente y de una manera consecutiva. El primero se refiere al famoso comentario del secretario de organización del partido, Ábalos, en relación a la intervención de la Guardia Civil en el asunto del aeropuerto de El Prat, calificando a los miembros de la Benemérita de esquiroles. El segundo viene desde el portavoz del propio partido, Oscar Puente, quien dijo que el problema que se está viviendo en Venezuela se está exagerando en España.
Estas dos frases demuestran lo que es el PSOE, un partido sin principios y sin vergüenza cuyo único fin es la caza del voto, sea de quien sea, para conseguir el poder a costa de lo que sea, es de lo que viven. El poder para ellos no es una forma de hacer el bien y de servir a sus conciudadanos, es una forma de vida que, en caso de no ser lograda, daría con los huesos de muchos de sus responsables en la cola del paro por sus evidentes incapacidades.
Creen además estos socialistas que Podemos ha descubierto la pólvora y pretenden ser más podemitas que la versión original del propio partido de Pablo Iglesias, sin darse cuenta que el votante de extrema izquierda lo más normal es que vote a los originales y absurdos podemitas y no a esta opción ridícula y chaquetera. Por otro lado no se dan cuenta de la huida que van a provocar en su votante más moderado, quien abrazará otras opciones, o simplemente se quedará en su casa como están haciendo muchos votantes del antiguo partido de derechas de este país, el PP.
El resumen es que el PSOE es el rey de los malabaristas de la política española, hace piruetas y dobles tirabuzones para lograr el voto de quien sea. Pero no se dan cuenta de algo, muchos votamos a partidos con principios, con principios con los que coincidamos ideológicamente, pero con principios inalterables al fin y al cabo. Pero claro, esto de los principios para el PSOE debe ser ciencia ficción porque aunque alguna vez han oído hablar de ellos no los han tenido en sus más de cien años de historia y, por lo que se ve, no los tendrán nunca.