El Diestro.- Parece que en este mundo pase lo que pase ya nada nos sorprende. Ya puede suceder lo que sea que ya no nos inmutamos por nada. Pero lo que ha ocurrido en el Banco Popular en las últimas fechas es digno de análisis, pero no de análisis económico, digno de análisis dentro del programa de Iker Jiménez como un caso ya paranormal, o para anormales.

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Ser directivo de un banco o de una gran empresa tiene que ser un chollo, descuelgas el teléfono y la orden debe ir cayendo por los despachos inferiores como si fuera una ficha de dominó hasta que llega al que tiene que dar la cara por ti, al empleado, al que menos gana y al que más veces le parten la cara. “Que hoy el señor presidente ha decidido que pidáis 2.500 millones de euros a los clientes para ampliar capital del banco, ya veréis, nos ha dicho que con esto se solucionan todos nuestros males”. Y los empleados de oficina, los que solo reciben órdenes, a dar la cara para no jugarse el puesto con la mejor de sus sonrisas, 2500 millones conseguidos.

Genial, pensaría el presidente, así ya tengo de dónde pagar mi liquidación, mi jubilación y la de todos mis amigotes inútiles del consejo. Ya se sabe, en España el que más manda busca a gente con mucha menos valía que él, no sea que después haya alguien que le haga sombra. Ampliación de capital y patada y tente tieso a Ron, con ocho millones de euros de liquidación en la buchaca. ¿A quién contratar ahora? Pues quién mejor que Saracho, el “Caballo de Troya” de los “griegos” del Banco Santander introducido en la ciudad fortificada de Troya del Banco Popular.

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Saracho parecía desde el primer día que jugaba con el equipo contrario. Cada vez que abría la boca los clientes se asustaban y salían en desbandada del banco, no sin antes poner verde por el camino a los empleados, que no hacían más que lo que les ordenaban los Ron y Saracho de turno. Así un día tras otro, Saracho abría la boca, bajada de las acciones, nueva desbandada de clientes y empleados amargados, maltratados y sufriendo por sus puestos de trabajo.

Y de repente llega Ana Patricia Botín montada en su brioso corcel a salvar al mundo. Sí, yo voy a hacer un gran esfuerzo por España y sus intereses y me voy a quedar con el banco, pero gratis, claro. ¿Gratis? ¿Y los accionistas? Bueno, a esos que les den, les dejamos sin un duro, total si alguien protesta ya están los pringados de siempre para dar la cara por nosotros, nosotros a lo nuestro, a seguir creciendo de manera exponencial a coste cero, que el gobierno y los medios de manipulación ya nos allanarán el camino con la opinión pública.

No me hago a la idea del dineral que habrán perdido muchos con esta operación. Un accionista puede ser grande, pero también hay pequeños ahorradores, padres de familia, ancianos que han perdido un dineral con este “gran favor” que ha hecho el Banco Santander a todo el mundo, empezando y acabando por ellos mismos, claro. Ahora, los mismos empleados de antes a aguantar otro “chorreo” del que tampoco tienen culpa. ¿Y Ron y Saracho? Pues a vivir la “life” que son “two days”, el uno forrado siendo un incompetente y el otro igual siendo un mero “Caballo de Troya” para allanar el camino de los que le han dado órdenes desde el primer día. Una pena, un asco, una gran mentira. Otra.

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