@jsobrevive.- Una de las cosas con las que más alucinado me he quedado en los últimos años fue el día que Guardiola dejó de ser entrenador del Barcelona. Los espacios deportivos de los informativos le hicieron unos “publirreportajes”, tipo Leche Pascual, de horas de duración en los que parecía que había fallecido el inventor de la penicilina o que, como poco, se había muerto otra vez Chanquete. Pero no, era Guardiola “el humilde”, que se iba del Barcelona cansado de tanto éxito a impartir su doctrina divina a Alemania.

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Pero qué faena, en sus siguientes equipos no contó con la ayuda inestimable de los Messi, Iniesta o Xavi y no se comió, el “hijo de Dios”, más roscas que alguna que otra liga menor y muchos euros gracias al “elixir de la eterna juventud” que parece vendernos cada vez que habla.

Ahora viene a Cataluña, ESPAÑA, a impartir sus nuevas enseñanzas y va y nos cuenta que “Cataluña tiene que pedir la ayuda internacional contra los abusos de un estado autoritario”.  Estado del que él, por cierto, se lo ha llevado bien crudo durante muchos años y estado al que él ha representado ganando sus buenos millones en la selección nacional. A mi, personalmente, me alegra escuchar estas palabras de Guardiola, esa será la forma en la que se le caiga el cartelito que llevaba colgado, de manera injusta, por el que siempre se le ha considerado prudente, comedido y educado. Me alegra que se haya retratado como lo que a mi me ha parecido siempre, un tonto a las tres. Ahora que devuelva todo lo cobrado de ese “estado autoritario”, no hay nada más ruin que alcanzar la fama gracias, también, a ese estado autoritario y enriquecerte por ello.

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Gracias Guardiola por demostrarnos de una vez todo lo que llevabas dentro y que, aunque muchos ya veíamos de antes, consiguió engañar a mucha gente. Demasiada.

Guardiola haciendo lo que más le gusta en el mundo, montarse en el Dólar gracias a “estados autoritarios”. En este caso, Qatar.