@jsobrevive.- Una de las cosas que más temen los maltratadores y acosadores en general es la reacción de las víctimas. Cuando un acosador acosa en el colegio o a cualquier persona en cualquier ámbito de la sociedad su violencia solo tiene un límite, el hartazgo de la víctima. Todos tenemos imágenes de acosadores escolares, valientes de todo a cien, que se pasaban todo el día acosando a su víctima hasta que su víctima, ya harta, se daba la media vuelta y se defendía con un guantazo. Ahí se acaba el acoso, porque el cobarde del acosador acababa siempre llorando e incluso llegando a decir que se lo iba a contar al jefe de estudios, el mierda.

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Ha sido golpeada una monja en Granada que fue agredida por “ser monja”. El agresor le propinó tal golpe en la cara que le rompió la nariz. No ha salido ni uno de los feministas subvencionados del “ni una menos” a decir ni una palabra en defensa de esta monja. Se ve que el gobierno no tiene contemplada ninguna subvención para este tipo de agresiones y este tipo de víctimas no interesan a esta gente cuyo principal interés es el económico, recordemos que España es uno de los países con más baja violencia doméstica contra las mujeres y que en la mayoría de los casos los culpables y víctimas no son ni siquiera españoles.

Este tipo de actos, como la agresión a la monja,  son cometidos por alienados fácilmente manipulables que creen que su “heroico acto” va a ser aplaudido por una parte de la sociedad tan alienada como ellos y que, para su desgracia, no son ni mayoría, solo gritan más. Y además cuentan con una ventaja, saben que en estos casos no van a tener respuesta a su agresión, ni siquiera la judicial.

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Pero esto durará lo que dure la paciencia de los agredidos, que somos muchos. No solo, como en el caso de esta monja, con violencia física, en otros muchos con violencia verbal y con acosos por no pensar como ellos. Pero la paciencia tiene un límite y el acoso también, ese día está ya muy cerca y veremos qué sucede cuando llegue. El día que, como el niño acosado en el colegio, alguien se de la vuelta y les devuelva su agresión con la misma moneda veremos a ver qué pasa. Es probable que como aquel acosador escolar acaben llorando y amenazando con chivarse. Lo habitual en los cobardes.

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