Resulta muy curioso que quienes forman este grupo, lo hacen sin el más mínimo fundamento. Con solo analizar algunos puntos de su política populista encontramos motivos sobrados para desmontarlos.
Ellos levitan, no pisan el suelo como el resto de seres humanos, están por encima del bien y del mal, se creen los amos y señores del ecologismo, el pacifismo o el feminismo por poner algún ejemplo. Todo ello, sin entrar en el mundo del mercado global que es el que mantiene en pie al planeta.
El populista prefiere colocar una pancarta en un Telediario a luchar de verdad por el medio ambiente, que les resulta mucho menos rentable y por supuesto tendrían que trabajar. Junto a la ecología y el pacifismo está claro que el conjunto de la sociedad comulga con estas ideas, pero los populistas lo retuercen todo a través de un camino engañoso, olvidando la lucha por la paz. Todo lo resumen en cuatro palabras “no a la guerra”. Esperando que todo se resuelva por generación espontánea, postura cobarde, idiota e interesada.
En cuanto a la mujer está claro que ha sido secuestrada por el populismo y utilizada como arma arrojadiza. Con el fin de la hipotética defensa del d¡sexo femenino el populista es capaz de llegar hasta el absurdo, en cuestiones que se circunscriben en el mundo de la política, religión e incluso sexo. Pero sin otro motivo que acercarse al sol que más calienta, que ellos hábilmente sabrán transformar en votos que es lo que realmente lo único que les importa, incluso Pablo Iglesias nos dice que para dedicarse a la política no hace falta ningún tipo de preparación intelectual, pescadores de votos es lo único que les interesa a los populistas.
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