@jsobrevive.- Escuchando las noticias de la radio, mientras iba en el coche, parecían ese bucle infinito de todos los días al que se iban añadiendo nuevos casos de corrupción política que, sumados a los antiguos, ya se convertían en hartazgo. Hoy tocaba el sindicalista socialista de la UGT, sí, el que iba de defensor de los pobres en Rodiezmo, que ha robado incluso a sus pobres compañeros a los que tanto defendía y engañaba. Pero poco después llegaba la cruda realidad de esta sociedad de la que estos “solidarios” se han aprovechado por la espalda, mientras por detrás se daban golpes de pecho.
Me refiero a esas familias pobres, o con trabajos miserables, cuyos hijos no podrán ir tampoco de vacaciones este año. Me refiero a esas familias de las que estas sanguijuelas, como este de Rodiezmo, se han aprovechado hasta dejarlas sin una gota de sangre, mientras cara a la galería decían luchar por ellas. Niños cuyos padres no les podrán dar un campamento, o una semana en la playa y ni siquiera un viaje al pueblo porque no tienen ni para la gasolina que ese desplazamiento les supone.
Niños cuyos padres tienen que renunciar a parte de sus casi nulos ingresos para que partidos como Podemos reciban 18 millones de euros al año en subvenciones. Y me refiero a Podemos porque se les ha llenado mucho la boca en campaña electoral hablando de la pobreza infantil, pero que no han renunciado ni a un duro de ese dinero para ayudar a que esas familias necesitadas puedan tener una vida mejor. Ya, ya sé que muchos van a decir que otros partidos reciben más, a esos también me refiero. ¿Cuántas vidas podrían ser más llevaderas con esos 18 millones de euros en un solo año?
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Se habla de impuestos, de subidas, de cargas fiscales, pero, ¿para qué sirven? ¿Cómo es posible que en un país en el que la gente tiene que dedicar seis meses de su trabajo anual para pagar impuestos pueda existir todavía esto? Vergüenza debería darles a todos, pero claro, primero tienen que tener un mínimo de vergüenza. Después salen a hacerse una foto para apoyar a los trabajadores de Coca Cola, mientras se toman dos a escondidas. O hablan de luchas sindicales de ciertos sectores de empleo, mientras por detrás están desfalcando a sus pobres compañeros.
Habrá mucha gente con una vida tan lineal, tan “sin problemas”, que lea esto y les entre por un lado y les salga por el otro. Habrá gente que diga, “qué mal, pobres, pero mientras a mi no me falte…” Pues estamos atravesando una situación en España que poca gente es consciente de lo grave que es, las cifras de esos niños que no pueden irse de vacaciones seguirán engordando y muchos de los que hoy dicen “mientras no me pase a mi”, se encontrarán en una situación similar en un futuro más cercano del que piensan. Y eso será por un motivo que es evidente, cada vez somos más indolentes, cada vez tenemos menos empatía por lo que pasa a nuestro alrededor y, lo que es más grave, para los que dirigen nuestras vidas cada vez somos más manejables, por una razón, muy sencilla, porque han conseguido convencernos de lo contrario.