Editorial El Diestro

Uno de los mejores ejemplos sobre la diferencia entre gobernar y prometer en la historia de la filosofía política y económica nos viene de la mano de Frédéric Bastiat (1801-1850). Ni que decir tiene que Bastiat debió de leer a Tomas Moro en su Utopía, algo que los seguidores de Pablo Iglesias deberían leer y entender bien para no hacernos caer a todos en algo que solo le interesa a su círculo íntimo más cercano, pero que resultaría nefasto para los ciudadanos. Desde luego, aquellos ciudadanos que valoramos la libertad tan solo podemos considerarlos como a unos personajes sinestros, totalitarios y peligrosos para nuestra libertad. En el famoso discurso “Tengo un Sueño” del Dr. Martin Luther King. Los liberales clásicos como Mary Wollstonecraft, Richard Cobden y Frédéric Bastiat también tenían sueños de libertad que discutieron elocuentemente. El famoso discurso de Luther “Tengo un sueño” fue ya escrito por Bastiat en enero de 1847, en el que sueña con ser nombrado primer ministro (“El Utopista”) de Francia con pleno poder para poner en práctica su sueño liberal clásico de un estado ultramínimo. Discute sus planes con el rey de abolir completamente los impuestos (impuestos indirectos como los peajes de la ciudad, recortar otros impuestos en un 75 % o más (cartas y sal), reducir a la mitad el arancel, abolir sectores enteros del gobierno (Abolir subvenciones de iglesias y educación financiada por el gobiernopop) e incluso aboliendo el reclutamiento y disolución del ejército de 400.000 hombres y reemplazándolo con milicias locales. Su recorte de costos sumaría cerca de 700 millones (de francos) de un presupuesto anual de 1.4 mil millones de gasto del gobierno, o aproximadamente 50 %. A medida que cada vez se deja llevar por sus planes utópicos de reforma del Estado, se da cuenta de pronto de que su sueño sería imposible de poner en práctica a menos que el pueblo estuviera convencido de la corrección de sus ideas liberales clásicas de libertad individual y libre mercado. Puesto que en 1847 no lo fueron, el utópico acepta el hecho de que debe renunciar y que sus planes son muchos sueños utópicos que se realizarán en alguna fecha futura.

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Pero la inteligencia de Bastiat de llegar a la conclusión de que sus sueños son utópicos no la tiene nadie de la troupe de Podemos. Efectivamente, la diferencia estriba en que el utópico del cuento iba con la honradez por delante y su verdadera intención consistía en aplicar las teorías ultraliberales. En cambio, en Podemos van con la ambición y pasión por el poder por delante. Con esos objetivos las conclusiones que pueden obtener son inconfesables, con lo que no interesa para hacerlas públicas.

Desde luego que Podemos no piensa en reducir gastos gracias a un Estado ultramínimo sino todo lo contrario ya que sueñan lo contrario que el utópico, sueñan en que todo sea Estado, así lo que vamos a tomar aquí es otra consecuencia del famoso cuento. No solo se contrapone el utópico estado ultrapequeño al todo Estado, sino que existe otra conclusión entre líneas que dedicamos a todos los que creen en populismos. Aprended, sabed para no dejaros engañar. Sean populistas nacionalistas o podemistas No es lo mismo prometer que gobernar.

En ese artículo que escribió el defensor francés del libre comercio Frédéric Bastiat (1801-1850) soñaba, como Pablo Iglesias, que era nombrado primer ministro. Inmediatamente, al igual que hizo Iglesias repartiéndose el ejército, los servicios de inteligencia, etc.; en aquella ridícula aparición en la que4 se le cayó el taparrabos dejando en pelota picada sus verederas ambiciones y propósitos, Bastiat inventa un cuento para que se entiendan las diferencias entre prometer y gobernar. En esa historieta un ridículo personaje esboza sus planes para el rey con el objeto de reducir drásticamente los impuestos el gasto público en un 50 por ciento:
“Pensaré acerca de esto. Por lo tanto, ahora hemos establecido la sal, los servicios postales y los derechos de aduana. ¿Esto es todo?”
Apenas he empezado.
“Te lo ruego, déjame entrar en tus otros planes utópicos.”
“He perdido 60 millones en sal y los servicios postales. Los he recuperado en los derechos de aduana, que me han dado algo aún más precioso. -¿Y qué es eso, por favor?
“Las relaciones internacionales basadas en la justicia, y la probabilidad de paz, que es casi una certeza. Yo disolvería el ejército “.
-¿El ejército entero?
Excepto algunas divisiones especializadas, que reclutarían voluntariamente como cualquier otra profesión. Y como puede ver, el servicio militar sería abolido. “…
“Verdaderamente, si no estuviera en mi guardia, terminaría por interesarme en sus fantasías.”
El utópico se excita: “Gracias a Dios; Mi presupuesto se ha reducido en 200 millones! Voy a abolir los peajes de la ciudad, voy a reformar los impuestos indirectos, yo … “
” ¡Un momento, Sr. Utópico! “
El utópico se excita cada vez más: “Proclamaré la libertad de religión y la libertad de educación. Nuevos proyectos: Voy a comprar los ferrocarriles, voy a reembolsar la deuda, y le voy a meter mano a las rentas de la bolsa y sus ganancias.
“Señor. ¡Utópico!”
“Liberados de responsabilidades que son demasiado numerosas para mencionarlas, concentraré a todas las fuerzas del gobierno en la represión del fraude y en la distribución justa y justa de justicia a todos, yo …”
“Señor. ¡Utopía, estás tomando demasiado, la nación no te seguirá! “” Me has dado la mayoría “.
Lo retiro.
-¡Ya es hora! Así que ya no soy un ministro, y mis planes siguen siendo lo que son, solo tantas UTOPÍAS “.

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Fuente
Frédéric Bastiat, Sofismas económicos, trad. Arthur Goddard, introducción de Henry Hazlitt (Irvington-sobre-Hudson: Fundación para la Educación Económica, 1996). http: //oll.libertyfund.org/title/276/23396