Como en España apenas tenemos problemas de que ocuparnos -rozamos el pleno empleo, hemos disminuido la deuda pública a la mínima expresión, los casos de corrupción han sido despachados con diligencia y no aparecen nuevos-, a los señores de Podemos se les ocurre que deben hacer algo productivo con su tiempo. Y, ¿qué pueden hacer ante un panorama tan idílico?. Pues presentar una Proposición no de Ley en el Congreso de los Diputados en la que piden a RTVE que sean retiradas de su programación las misas católicas. Aluden que, dada la diversidad de credos existente en nuestro país, lo más adecuado es que este medio de comunicación de titularidad pública no privilegie a ninguno de ellos.

Falso debate señor Iglesias. Si es cierto que usted se preocupa por las injusticias cometidas en nombre de la mayoría en detrimento de las minorías, lo que deben pedir en el Congreso es que RTVE deje de ser de titularidad estatal, que deje de ser sostenida con nuestros impuestos. Que se venda, que se privatice, que eliminen de los Presupuestos Generales del Estado la fastuosa partida destinada a esta y al resto de televisiones autonómicas.

Hay pocas cosas en las cuales la mayoría de españoles estamos de acuerdo. Que las televisiones públicas son un despilfarro enorme y que sirven principalmente a intereses políticos y partidistas, es una de ellas. Las televisiones públicas en España cuestan 1.350 millones de euros, unos 98,8 euros de media por familia, y unos 39 euros por contribuyente. Así lo concluye un informe de la Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos, que compara todas las televisiones públicas de España con las de países europeos. Pero más allá de entrar en el detalle de si las televisiones españolas cuestan más o menos que otras homólogas del norte de Europa, o si han ganado en eficiencia cuando comparamos su coste con el de años anteriores, lo que hemos de plantearnos es si los ciudadanos debemos soportar que nos incauten de la nómina una cantidad de dinero equis para sufragar un servicio como este, que muchos ni usamos, ni queremos usar. Para quien me quiera rebatir si somos muchos o sólo unos pocos quienes no estemos dispuestos a pagar por recibir la señal de TVE o RNE, les digo que aunque sólo sea una persona, es una injusticia. Al igual que ocurre con el resto de impuestos que pagamos, nuestros legisladores y políticos se cuidan mucho de camuflarlos, dividirlos y desperdigarlos lo suficiente como para que los paganinis no seamos conscientes del montante total. En el caso concreto de las televisiones públicas, no nos duele porque no lo percibimos de la misma forma que si un funcionario tocara al timbre de nuestra puerta reclamando el cobro de 100 euros para poder pagar la nómina del corresponsal de TVE en Roma, Lorenzo Milá por ejemplo. En países como Reino Unido o Alemania hay que pagar una tasa para recibir las señales de la BBC y la ZDF. Quizás los alemanes son más conscientes del coste y de lo injusto que es que te obliguen a pagar a pesar de que demuestres que no tienes receptor de televisión en casa.

También se puede plantear el descuelgue de estos servicios. Descolgarse, significa en la práctica que el ciudadano tiene la opción de no pagar por recibir señales de determinadas cadenas de televisión o radio, y buscar una alternativa en el resto de la oferta existente en el mercado, o sencillamente prescindir de la “caja tonta”.

Este es el verdadero debate, señores Iglesias, Garzón y compañía.