Si una verdad se repite muchas veces acaba por convertirse en verdad para la masa, aunque ello siga constituyendo un mentira. A base de repetición en esos grandes medios de comunicación, que tanta aversión le tienen a decir la verdad, la corrección política que han establecido como dogma constituye una de las más cínicas mentiras que jamás se hayan concebido en la historia de la humanidad; y es la mentira del racismo positivo. Todo racismo es racismo, y mal vamos cuando tenemos que diferenciar entre un racismo bueno y otro malo. La relatividad engaña a los ilusos cambiándole el nombre a las cosas: así, en vez de criada es una trabajadora técnica del hogar y un basurero es un técnico de saneamiento urbano. De la misma forma, se han sacado de la manga lo del racismo positivo y racismo a secas; como si el racismo no fuera racismo sea este de la índole que sea. Por lo tanto, ningún europeo tendría nada que objetar hacia inmigrantes que entrasen en regla con sus papeles y siguiendo criterios sostenibles de integración por parte de los que llegan y donde se impulsara el intercambio cultural y aportasen riqueza con su trabajo. Pero las políticas de la UE han promovido todo lo contrario disfrazándolo de un buenismo y de un proteccionismo exacerbado en detrimento de los propios europeos impulsando un desastroso efecto llamada, y lo único que han conseguido con su efecto llamada es convertir el mar Mediterráneo en un terrible e inmenso cementerio. Hace cuarenta años a nadie se le ocurría meterse en una patera para venirse a Europa juzgándose la vida porque ni había rescates organizados ya desde el origen del viaje y sabían que no se podían quedar de forma irregular. El hecho de que este fenómeno esté ocurriendo en toda Europa en estos momentos da en qué pensar. Y ese hecho es el gran negocio que han montado con la vista gorda de ciertos gobiernos, mafias y ONG gracias al tráfico personas vilmente engañadas porque muchas veces no se trata de cómo tienen que estar para jugársela así, sino de qué tienen que haberles prometido las mafias de captación para jugársela así. Un negocio que ha llegado a crear verdaderas autopistas desde África a Europa donde el tráfico de personas está organizado y montado a escala industrial. Pero los dirigentes políticos de Bruselas solo ven las soluciones a corto plazo; y no se dan cuenta de que la Comunidad Europea, de seguir así, acabará por desmoronarse. Y esa irracionalidad de fomentar la entrada masiva de inmigrantes sin control alguno introduce una variable en la ecuación que será la causa de la desintegración de la CE. Es más, en estos momentos, parece que todos los países se estén vigilando entre sí después del Brexit para ver quién será el siguiente en marcharse, porque el disparate que Merkel y Bruselas le quiere imponer a Europa es simplemente insostenible. La Comunidad Europea no se destruirá por los motivos económicos de la deuda o una nueva crisis económica ni nada por el estilo. Lo que va a destruir la CE será el miedo que produce el tratado de libre circulación de personas con la que se nos viene encima. Ese tratado es el que Reino Unido, con muy buen criterio, ha derogado con su salida de la CE simplemente porque quiere proteger a sus trabajadores contra el paro que inevitablemente causaría una entrada tan masificada de población sin control alguno; con el problema añadido del terrorismo islámico y del hecho que se tratan de culturas que son totalmente agua y aceite de la manera en la que se las quiere mezclar a la brava. Las cosas no se pueden hacer así de mal con los sueldazos que cobran los señores de Bruselas. Y aquí no hay más cera que la que arde.
Inicio Opinión Editoriales El miedo a la libre circulación de inmigrantes destruirá la Comunidad Europea