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Oleoducto de Keystone |
Si ya apuntamos en cierta ocasión que Trump había cometido el gran pecado de llamar al pan, pan y al vino, vino podemos deducir que este pecado implica otro mucho mayor y aterrador, pero para las oligarquías dominantes de Europa. Trump ha cometido una aberración consistente en que el hombre más poderoso de la tierra diga la verdad. Y resulta que no ha dicho la verdad porque sea un intelectual que ha pensado “basta ya de mentiras”. Qué va, Trump no tiene la cultura de un hombre de universidad (me refiero a una universidad como Harvard o Yale) porque Trump es simplemente un hombre inteligente que sabe cómo funciona el mundo de los grandes negocios, tiene una gran intuición para localizar dónde está el problema, ha hablado de esos problemas con sus iguales; otros hombres de negocios y una vez que lo ha conseguido todo en la vida ha pensado “voy a hacer algo por mi gran país”. Trump, guste o no a la corrección política es un patriota, pero antes ha demostrado ser un gran empresario. Sabe llegar a una empresa y ver por qué está en bancarrota, sabe dónde están los fallos, qué sobra en esa empresa y qué falta; y es capaz de reflotar la empresa. Lo ha demostrado varias veces. Y a estas alturas de su vida sabe qué errores evitar y qué soluciones aportar.
Por lo tanto, bien decía el recientemente estrenado presidente de los Estados Unidos que basta de ser dirigidos desde Washington por un establecimiento (establishment), que no hace más que hablar, hablar y hablar; preocupándose solo por sus intereses personales mientras el trabajador medio americano no llega a final de mes. Para él se trata de acción, acción, acción y acción con los problemas localizados y sabiendo qué sobra y qué falta en EE. UU. Con cuatro firmas les ha quitado el caramelo de la boca a los ecologistas políticamente correctos ordenando la reapertura del oleoducto de Keystone, pues informes técnicos aseguran que no representa un peligro mayor para el calentamiento global que otro tipo de actividad. De un plumazo 28.000 puestos de trabajo. Así que aunque no solucione el abastecimiento de crudo para EE. UU. sí ayudará a no depender de los emiratos árabes. Además, las tuberías no las importarán sino que se fabricarán en América, con lo que los puestos de trabajo aumentarán. Resulta que Keysotone no era más que un símbolo para los verdes. La primera en la frente. Obama se atuvo a la corrección política indigenista como un Zapatero más habría hecho, Trump ha ido a lo práctico. También ha anulado de un plumazo el tratado de comercio entre Asia y EE. UU., pero en cambio ha reabierto otro tratado que si tiene una larga tradición histórica: el tratado de libre comercio entre Reino Unido y Estados Unidos, cuya existencia era anterior a la primera guerra mundial. Encima, sumará a Rusia; con lo que mantener la OTAN no tendrá ya ningún sentido y puede que tampoco mantener la UE (Unión Europea) porque GB, con la aplicación del Brexit, sin ninguna zozobra por parte de Teresa May de recibir represalias desde Europa: o sea, de Francia y Alemania (junto al pobre arco Mediterráneo) tiene la tranquilidad de abandonar Europa como quiera y cuando quiera con el respaldo de Trump.