La profunda humillación de los medios de comunicación por parte de Trump ha sido un triunfo para la democracia en América, como han demostrado los resultados electorales. Con unas gráficas descorazonadoras para Trump en todos los estudios demoscópicos de absolutamente todos los periódicos americanos y occidentales (los europeos son simples copias) daban el triunfo indiscutible a Hillary durante casi toda la campaña. Los escasos picos que le ponían a Trump como vencedor en las gráficas más parecían para disimular que para ofrecer resultados fidedignos. Trump hizo unas promesas electorales y siendo hombre de pocas palabras, lo poco que dijo en la campaña lo va a intentar cumplir a rajatabla. Por lo menos en todo lo que el Congreso le permita. Afortunadamente, en EE. UU. sí se da la democracia, y con ello la absoluta separación de poderes. Pero si lo han elegido es para hacer las cosas que prometió iba a hacer. Ello quiere decir que una amplia mayoría de estadounidenses están hartos de izquierda y corrección política. No lo saben, pero ese problema lo ha introducido sibilinamente la socialdemocracia internacional. Ya pueden berrear las feministas y los pijomunistas con toda la comparsa mediática a su favor. La globalización va a recibir, afortunadamente según nuestro criterio, un duro golpe con Trump. Es cierto que esa globalización ha costado casi cuarenta años de mantras mediáticos políticamente correctos para hacer mella en una población indefensa ante tanto embate. Nos sustituyeron el cristianismo por una religión sin dios más acorde con los postulados marxistas y sus intereses económicos. La globalización es la doctrina para promover el dominio de las oligarquías. La efectividad del lavado de cerebro socialdemócrata ha sido innegable: nuestras sociedades occidentales han admitido lo inadmisible e incluso han permitido la traducción en leyes de dicha doctrina, como antes también legislaron los inquisidores. Hoy, expresar ciertas opiniones que son de sentido común pueden ser castigadas penalmente
¿Cómo han logrado algo así? ¿Cómo nos han hecho comulgar con ruedas de molino? ¿Cómo nos han hecho ver lo blanco negro? Pues muy fácil. Han tenido la ventaja de entrar en todas nuestras casas a todas horas por la ventana de la tv a predicar su doctrino hora sí, hora también. Todo fue dirigido a evangelizar los dogmas de la corrección política uno a uno. Ellos sí que construyeron un muro, dogma a dogma; ladrillo a ladrillo; un muro para erradicar la libertad de nuestra cultura y esparcir la miseria globalmente. Y ahora, viene un patán sin estudios universitarios, según ellos, pero que es el típico producto americano: el “sef-made man“, o el hombre que se ha hecho a sí mismo a estropearles un chiringuito montado durante cuarenta años; y precisamente cuando ya saboreaban el triunfo de la globalización.
Preparémonos a escuchar a los más altos inquisidores berrear a grito pelado y a manifestación pelada, demonizar a un Trump que simplemente está cumpliendo el mandato para lo que fue elegido. Preparémonos a ver algunas tetas al aire pintarrajeadas… Pero los mismos medios americanos lo admiten, no tendrán ningún poder para desequilibrar el poder que los americanos le han confiado a Trump.
Quienes sí harán su agosto, septiembre, octubre… sin merecerlo y muchos cambiarán de bando serán los medios de comunicación a costa de todo ese circo; pero no lo olvidemos, nosotros tenemos el poder de comprar o no el periódico si la portada no nos gusta, o de cambiar de canal cuando uno de esos pretorianos políticamente correctos salgan por los medios a adoctrinar.
Ese muro de Trump es un símbolo tan potente como antes lo fue el muro de Berlín. Si el segundo sirvió para no dejar escapar a nadie hacia la libertad, el de Trump tiene la función contraria. Con ello, la carga de dinamita puesta contra la corrección política causará un irremediable efecto dominó. La corrección política no la ha dinamitado Trump, la ha dinamitado el pueblo americano harto de tanta zafia mentira. Ante el enorme simbolismo que ese muro representa sin que el mismo Trump sea consciente de ello, la alta curia que mantienen los intereses socialdemócratas harán sonar sus trompetas de guerra. Pero solo pueden berrear y lo harán contra lo accesorio porque les falta intelectuales de altura. Tanto tiempo revolcándose en la doctrina de la mentira no los ha vuelto más inteligentes sino que las mismas mentiras han formado una tela de araña de la que no pueden salir sin romper con todo.
Por ejemplo, es cierto que el muro no podrá parar a las mafias y la corrupción que permite la inmigración ilegal. Nada puede impedirlo mientras existan empresarios corruptos dispuestos a contratar mano de obra ilegal con el objetivo de burlar las regulaciones sindicales y gubernamentales sobre contratación. Nada puede impedirlo mientras la legislación dé más derechos a los delincuentes que a las víctimas. Nada puede impedirlo mientras los derechos sociales de los extranjeros en situación ilegal prevalezcan por encima de los derechos sociales de los americanos, y todas las ayudas jamás reviertan en quienes de verdad pagan impuestos. Pero Trump habrá pensado que bastante tienen con aguantar a la delincuencia autóctona como para tener que importarla de fuera. Así que no tardará en descabezar bandas latinas y echarlos a todos afuera. Habrá pensado que los americanos primero, con lo que será anatema de excomunión en términos de corrección política y sus sumos sacerdotes, pero tiene los recursos para autoabastecerse en todo: industria, armamento, tecnología…
Eso creará una gran riqueza más repartida entre todos los americanos con innumerables puestos de trabajo. La riqueza actual globalizada permanece en manos de unos pocos, aunque la izquierda preconice lo contrario. Es decir, Trump pensando en lo accesorio y al ser hombre de acción que no está influenciado por la corrección política irá rompiendo uno a uno los eslabones de la globalización, con lo que actuando sobre lo accesorio influirá sin darse cuenta en lo profundo de los postulados de la corrección política. Y como son postulados con pies de barro, caerán uno a uno con el vaivén de la más mínima brisa. Veremos una gran lucha mediática en contra, de momento, porque Trump no se enfrenta inmigrantes irregulares, a feministas extremas ni a mafias; eso es accesorio. Se enfrentan dos concepciones distintas de organización mundial. Y ello se traduce, tal como Hugdinton preconizaba, un verdadero conflicto de civilizaciones.