Si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo serás vencedor en mil batalla” Sun Tzu

La máxima de que el saber o la información se traduce en poder jamás ha dejado de ser cierta en la historia de la humanidad. Pero dicha aserción sólo constituye una mitad de la verdad, ya que la otra descansa en que esa información es energía potencial que hay que transformar en cinética, valga el símil con el concepto físico. Es decir, de nada sirve la información si no hacemos algo con ella, o simplemente nos limitamos a aparcarla sin procesarla.

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Los modelos son útiles para aproximarnos más fácilmente a un tema. Supongamos que tenemos un muro que separa a las personas en dos grupos: los que tienen acceso a cierta información y los que no. Aquellos que sí tienen la información controlada, pueden utilizarla para influir en el comportamiento de los que no la tienen, dependiendo de la forman en que la filtren.


Por ejemplo, faraón significaba en el antiguo Egipto “el que reparte las aguas”, o “el que riega”. Imaginad una escena de película … Miles de devotos súbditos congregados delante del templo, bañado por el río Nilo; con los altos sacerdotes y la corte junto a toda la parafernalia que acompañaba aquella situación; y de pronto, aparece el faraón ataviado en todo su esplendor con su discurso anual: “¡Oh Nilo!, fuente de vida. Yo soy el dios viviente, hijo de Osiris … baña con tus aguas nuestra tierra para que fructifique la abundancia de las cosechas“. Y ante los crédulos y asombrados ojos del pueblo, el Nilo empezaba a desbordarse obedeciendo la orden “del que riega”, para inundar las tierras de Egipto. Considerando que la vida de todos dependía de que la inundación tuviera lugar, anualmente, en la temporada y momento apropiado para obtener una cosecha abundante, al darle órdenes al Nilo, el faraón conseguía, nada menos, la supervivencia de todos sus súbditos. Era el faraón el dios viviente quien ante la galería alimentaba a todo Egipto y daba la vida a la cosecha.

¿Qué había pasado aquí? ¿Obedecía el Nilo al faraón? 

Desde nuestra proyección científica sabemos que no; pero hay que situarse en aquel momento histórico y la mentalidad de aquellas gentes, donde todo estaba programado para interpretar, de esa forma, un fenómeno que jamás dejó de ser completamente natural. Lo cierto es que el faraón y sus sacerdotes sabían medir, con métodos científicos seguramente cargados también de misticismo, el momento exacto en el que iban a subir las aguas, y utilizaban ese conocimiento secreto para aplicar ingeniería social sobre los ciudadanos. Una práctica muy elaborada de manipulación que tenía lugar hace tres mil años antes de Cristo.


En nuestro modelo del muro, unos permanecen a un lado del mismo con la información y otros al otro lado con su ignorancia; información versus ignorancia. Y el faraón y sus sacerdotes la filtraban de la forma y como les convenía para impresionar al pueblo y afianzar su poder…

A esto se le llama manipulación,  dependiendo de la escala desde donde la consideremos.