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La estupidez no ya de los medios en Europa sino también de los medios en EE. UU. solo muestran que no han entendido todavía, y creo que tardarán mucho en dar su brazo a torcer incluso cuando lleguen siquiera a intuir las profundas motivaciones que hicieron que el pueblo americano eligiese como presidente a Donald Trump. Les aterra pensar que Donald Trump no está solo ante el peligro: tiene detrás a un pueblo que lo ha elegido en contra de los medios, en contra del partido rival (el Demócrata) y en contra de su propio partido (el Republicano). Trump ha sido elegido contra viento y marea mediática y de la política establecida demostrando que el pueblo, en democracia, escoge al presidente para que los salve de una situación peligrosa. El pueblo espera ser salvado por un líder y aquí lo que interviene es el instinto de supervivencia: puro instinto al fin y al cabo en primer lugar. Después puede intervenir más o menos la racionalidad. Trump se ha enfrentado no solo contra el esblishment americano sino también contra el mundial y el relativismo generalizado.
Trump ha cometido el gran pecado de llamar al pan, pan y al vino, vino, cuando la corrección política manda que una criada reciba el título de asistenta técnica del hogar y a un negro ha de llamársele africoamericano. Ha desmontado de un plumazo los estereotipos que han costado más de 25 años establecer poco a poco como parte de un verdadero proceso de ingeniería social impulsado por una izquierda adaptada como un camaleón a los nuevos tiempos después de su estrepitoso fracaso en el siglo pasado. Por eso, los artistas de la ceja han llegado también a EE. UU. y actúan con el mismo infantilismo que los nuestros cuando, por ejemplo, se niegan a cantar el himno nacional en la toma de posesión del cargo de Presidente de los Estados Unidos por parte de Trump. Las generaciones de intelectualoides y artistuchos no son hombres de acción,. Son personas cuyo único papel es el de ser correas de transmisión de la corrección política incapaces de salirse del pensamiento único; incapaces de elaborar un solo pensamiento propio. Creen que el mundo se reduce a la alfombra roja; y al igual que cualquier progre viven felices como Peter Pan en su mundo de Nunca Jamás. Trump es la única tabla de salvación que nos queda contra la estupidez esparcida como un ventilador por los medios y la corrección política porque en America empezarán a verse resultados prácticos, y esos resultados pueden hacernos preguntar, por muy obtusos que seamos, ¿por qué no nosotros también? ¿Cómo nis hemos dejado engañar así? Trump ha tenido la capacidad de liderazgo, la intuición, el instinto y la valentía de enfrentarse no solo a un cáncer que podría destruir, y ya está en proceso avanzado, la misma esencia del pueblo blanco americano, la clase media blanca trabajadora que madruga para llegar a final de mes. A los medios Europeos ya los doy por perdidos, y a Europa ya la doy por perdida también; a menos que ocurra el milagro y la reacción del pueblo ante el horror producido por los gobiernos europeos y desde el mismo centro neurálgico de Bruselas. Lo que me extraña es la falta de capacidad analítica desde el punto de vista de la ciencia política de medios del alcance del New York Times cuando critica a Trump por no hacerle la ola, por ejemplo, a un John Lewis, el famoso activista negro de los derechos civiles cuando Trump declaró
“Congressman John Lewis should spend more time on fixing and helping his district, which is in horrible shape and falling apart (not to mention crime infested) rather than falsely complaining about the election results,” Mr. Trump wrote on Twitter on Saturday. “All talk, talk, talk — no action or results. Sad!”
“El congresista John Lewis debería pasar más tiempo arreglando y ayudando a su distrito, cuya situación es espantosa y se está derrumbando (ya sin mencionar el insoportable índice de criminalidad que sufre) en vez de fingir lloriqueos por los resultados electorales”- El Sr. Trump escribió un mensaje en Twitter el sábado: Todo “hablar, hablar, hablar… sin realizar ni una sola acción u obtener resultados. ¡Fatal!
Los políticos del régimen establecido, y me refiero a todos; no solo a los burócratas americanos del partido demócrata o del republicano, da igual, sino peor… a los de Bruselas, y no digamos ya si acercamos la crítica a “casa nostra”, como dicen los catalanes, son unos cobardes muy mediocres incapaces de tomar una sola decisión sin salirse un milímetro de los canales de la corrección política, y no digamos ya de llevar a cabo una sola acción fuera del dogmatismo de la izquierda. Trump lo sabe y los desprecia tanto como esa izquierda internacional lo desprecia a él. Pero resulta que el pueblo ha intuido algo distinto: el vínculo de unión de un hombre elegido para la acción, a quien el pueblo ha escogido para que los salve del establishment, y su insoportable y destructiva corrección política que ha llegado incluso al Vaticano. El enemigo del pueblo es el establisment y la pesada bomba de relojería que lleva en la mochila: una bomba que cuando explote será el fin de la civilización occidental. Por lo tanto, Trump obvia hacerle homenajes a Luther King, hacerle la ola a los negros, darles a ellos todos los beneficios sociales porque eso es de lo que está harto el pueblo trabajador americano medio que no llega a final de mes y se ve solo ante el peligro sin nadie que piense en ellos, como no sea solo para pagar impuestos y llevar una pesada carga social insoportable. Eso nada tiene que ver con el racismo que marca el canon de la corrección política, tiene que ver con la supervivencia. Trump se reiría de que le acusasen de algo así, o de fascista, como suele hacer la izquierda con quien se enfrenta a ellos, cuando los verdaderos fascistas surgen de esas extremas izquierdas. Si acaso algún mamarracho de los que abundan por estos lares podría llamarle franquista en el sumun de la estulticia elevada al cubo.