Albert Rivera se ha convertido últimamente en el muñeco de pim, pam, pum de todo el mundo. Para el PP y el PSOE porque se está llevando de calle a muchos de sus votantes y la única forma que ven de frenar a la competencia es atacando al líder. Para Podemos por varios motivos: primero porque es la única forma en que saben debatir con sus rivales, atacándoles personalmente. En segundo lugar porque ven que su protagonismo inicial se queda en nada y todo gracias, en su mayor parte, al gran crecimiento que está teniendo Rivera en particular y Ciudadanos en general.

Personajes como Pablo Iglesias o Monedero tienen un terrible ataque de cuernos con Rivera llegando incluso a acusarle de drogadicto y de salir mucho por televisión. ¡Y lo dicen ellos que no son más que un producto televisivo! Tiene guasa.

En estos días ha habido un debate entre Rivera e Iglesias en la Universidad Carlos III de Madrid. Rivera, como no podía ser de otra forma, le ha dado a Coleta Morada hasta en el cielo de la boca. Coleta es presa fácil porque tiene tanto que esconder y ha metido tanto la pata en tantos asuntos como, entre otros, el terrorismo que en cuanto se le ocurre abrir la boca ya le pueden dar por todas partes.

Surgió una anécdota en el debate que fue la del famoso asunto del filósofo Kant. Tanto Rivera como Iglesias recomendaban su lectura de una forma muy curiosa: Iglesias citando mal una de sus obras: “Ética de la razón pura” en lugar de “Crítica de la razón pura” y Rivera reconociendo abiertamente no haber leído ningún título en concreto. Como los podemitas, otras cosa no, pero las redes sociales las manejan de fábula, dedicaron toda la tarde a atacar a Rivera a cuenta del asunto de Kant.

Los “intelectuales podemitas” se dedicaron a nombrar títulos de sus obras y citas para intentar dejar en evidencia a Rivera y tacharlo de inculto. Hay muchas formas de demostrar una gran incultura, una de ellas es ir de culto cuando queda claro que no lo eres; esos “cultos podemitas” lo que dejaron claro es que quemaron San Google para buscar todo lo relacionado con Kant e intentar poner en evidencia a Rivera. Pero otra de las formas más palpables de incultura es intentar hacer gala de una gran cultura para con ello intentar humillar a una persona que, por otro lado, tuvo la gran inteligencia de reconocer no haber leído a Kant en lugar de intentar quedar de estupendo y hacer una cita errónea.