Una de las muchas confusiones con la que nos obsequian los políticos y algunos expertos tertulianos, que si se habla de energía atómica son expertos en energía atómica, y si se habla de historia son expertos en historia, y si se habla de política internacional también son expertos, en fin, expertos en todo lo que surja, consiste en la diferencia abismal existente entre política y democracia.
Para ello utilizaremos un sencillo modelo, y después aplicaremos ese modelo para diferenciar política y democracia. Convendremos en que en el fútbol hay un reglamento. Ese reglamento es el que se sigue en todos los partidos de fútbol; aquí y en Pernambuco. Lugar, por las fotos que he visto de exquisita belleza en sus paisajes. Convendremos también que el futbito tiene otras normas. Podrán parecerse más o menos en algunos aspectos, pero ambos juegos son distintos. No podemos llamar futbito al fútbol ni viceversa. Lo mismo ocurriría con los reglamentos de otros juegos. Pues bien, de la misma forma la democracia tiene un reglamento, y ese reglamento es el que debe recoger una constitución aquí y en Pernambuco, valga la redundancia. La democracia consiste en un reglamento, nada más. Un reglamento con unas normas específicas cuyos dos principales objetivos son organizar la representación de los ciudadanos, en primer lugar, y la separación de poderes en segundo lugar. Y en tercero y no menos importante debe recoger la confrontación de los poderes.
Bien, una vez que tenemos claros los reglamentos del fútbol y de la democracia nos podemos poner a jugar al fútbol o a jugar a la política. El reglamento democrático es una cosa, es lo que conforma la democracia. Después, todas las jugadas que se puedan poner en la práctica siguiendo ese reglamento serían la política. Así de simple Sres. políticos, Sres. periodistas y amigos lectores.
Soberbio querido amigo, sacas nuevamente a la luz la pobreza de miras hacia la ciudadanía con respecto a los oligarcas. La democracia cuanto más lejos mejor para ellos.